viernes, 14 de septiembre de 2007

EL progreso del peregrino - CapítuloVI

CAPITULO VI

Cristiano llega a la Cruz. Se le cae la carga de sus hom­bros, es justificado y recibe una investidura y un diploma de adopción en la familia de Dios.

Después, en mi sueño, vi a Cristiano ir por un camino resguardado a uno y otro lado por dos murallas llamadas salvación. Marchaba, sí, con mucha dificultad, por ra­zón de la carga que llevaba en sus espaldas; pero marcha­ba apresurado y sin detenerse, 'hasta que lo vi llegar a una montaña, y en cuya cima había una cruz, y un poco más abajo un sepulcro. Al llegar a la cruz, instantáneamente la carga se soltó de sus hombros, y rodando fue a caer en el sepulcro, y ya no la vi más.

¡Cuál no sería entonces la agilidad y el gozo de Cris­tiano! "¡Bendito El —le oí exclamar—, que con sus penas me ha dado descanso, y con su muerte me ha dado vida!" Por algunos instantes se quedó como extático mirando y adorando, porque le era muy sorprendente que la vista de la Cruz así hiciese caer su carga; continuó contemplándola, pues, hasta que su corazón rompió en abundantes lágrimas. Llorando estaba, cuando tres Seres resplandecientes se pusieron delante de él, saludándole con la 'Paz". Luego, el primero le dijo: —Perdonados te son tus pecados. Entonces el segundo le despojó de sus harapos y le vistió de un nuevo ropaje, y el tercero le puso una señal en su frente; le entregó un rollo sellado, el cual debía estudiar en el camino, y entregar a su llegada, a la puerta celestial. Cristiano, al ver todo esto, dio tres altos de alegría, y continuó cantando:

Vine cargado con la culpa mía

De lejos, sin alivio a mi dolor;

Mas en este lugar, ¡oh, qué alegría!,

Mi solaz y mi dicha comenzó.

Aquí cayó mi carga, y su atadura

En este sitio rota, yo sentí.

¡Bendita cruz! ¡Bendita sepultura!

¡Y más bendito quien murió por mí!

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