miércoles, 28 de noviembre de 2007

....Ven al dulce Jesús....

















PECADOR, VEN AL DULCE JESÚS

Pecador, ven al dulce Jesús,
Y feliz para siempre serás:
Si en verdad le quisieres tener,
Al divino Señor hallarás.

CORO

//Ven a él, ven él,
Que te espera tu buen Salvador//


Si cual hijo que necio pecó
Vas buscando a sus pies compasión,
Tierno Padre en Jesús hallarás,
Y tendrás en sus brazos perdón.

CORO

Si enfermo te sientes morir,
El será tu Doctor celestial;
Y hallarás en su sangre también
Medicina que cure tu mal.

CORO

Ovejuela que huyó del redil,
¡He aquí tu benigno Señor!
Y en los hombros llevada serás
De tan dulce y amante Pastor.

Poema de Salvación.

miércoles, 24 de octubre de 2007

La mujer de Dios.





Por: Patricia Zavaleta Carrillo


"¡Ay de los que traen la iniquidad con cuerdas de vanidad, y el pecado como con coyundas de carreta… ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!". Isaías 5:18-20.

La palabra nos dice en Efesios 5:8.

"Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz".

Quiere decir que como una mujer de Dios yo he sido puesta en este mundo para ser luz en medio de las tinieblas.

Esto me dice a mi que debo de mantener una apariencia de la cual el hombre y la mujer del mundo o sea esas personas las cuales no han recibido a Dios, puedan ver que Dios mora en mi y que él ha cambiado mi vida.

Hay que demostrarlo no solo por dentro sino por fuera también ya que cuando el Señor moldea un vaso lo rompe y lo hace de nuevo es nuevo por dentro y por fuera.

Lucas 1:75, nos dice que debemos de caminar en santidad y en justicia delante del Señor, en todo momento… en todo momento.

Por lo tanto quiere decir que no es mostrar santidad hoy y mañana no, sino hasta que el día del rapto.

Y como hijas y siervas de Dios debemos de mantenernos en santidad ya que así él Señor lo ha demandado en su palabra.

Y aunque no sea malo usar un poco de maquillaje y arreglarse y verse y sentirse bien no quiere decir que vamos a imitar las cosas del mundo.

Cómo una sierva de Dios yo me siento la mujer mas bella que hay en esta tierra

¿Sabes por qué?

Porque por la gracia de Dios soy salva.

Las faldas a mi no me afean, sino que me hacen ver y sentir mas femenina… no estoy predicando doctrina porque cada iglesia tiene sus doctrinas pero si quiero que entiendas que el Señor dice en su palabra que no nos alejemos de la senda antigua eso se encuentra en Jeremías 6:16.

Y dice así…

"Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma".

Así dijo Jehová… quiere decir que esto es un mandato del Señor para su pueblo el cual nosotros como pueblo debemos de obedecer.

Es la paz que solo podemos obtener por medio de él, el gozo que el mundo nos ofreció mas solo era una ilusión pues nos sentíamos solas, nos sentíamos vacías, nos refugiábamos detrás del maquillaje, para sentirnos mujer.

Pero cuando Dios vino a nuestras vidas el nos quitó esa mascara y nos puso el brillo de su Espíritu, nos limpió y cuando nos miramos en el espejo no vemos una mujer común y corriente, vemos la hermosura de ser hijas de un Rey el cual suplirá la necesidad, cualquiera que sea por eso como mujeres de Dios no nos afanemos por el vestir porque sea cual sea la necesidad el suplirá… es promesa de Dios y lo dice en la palabra en Mateo 6:25,28 y Mateo 7:9.

"Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?... Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra?".

Dios conoce la necesidad de cada una de nosotras por lo tanto debemos de depender en todo momento de él en todo.

En la cita de Deuteronomio 22:5, muy claro lo dice el hombre no vestirá con atavió de mujer y la mujer no vestirá con atavió de hombre… vamos a recordar que en las epístolas encontramos esa cita que dice todo me es licito pero no todo conviene.

"Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna". 1 Corintios 6:12.

Quiere decir que todo lo podemos hacer pero no todo lo que hacemos nos conviene.

Ejemplo… podemos disfrutar de todo lo que Dios le ha permitido al hombre crear con sus manos y hasta compartir con los pecadores así como Jesús compartió con ellos pero recuerden que una cosa es compartir y otra cosa es practicar y participar de su pecado… como nos dice en Romanos 1:32.

"quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican".

Tales cosas se encuentran en los versículos 29,30 del libro de Romanos 1.

Hermanas vamos a cuidarnos ya que en 1 Timoteo 4:1-3, nos dice que en los últimos días entrara la apostasía dentro de las iglesias y vendrán aquellos vestidos de ovejas que van a querer predicar otro evangelio que el que los apóstoles nos enseñaron.

Hermanas cuídense de no caer ya que seria triste que después de haberle servido al Señor por tanto tiempo y dado una vida entera nos quedemos por querer ser un poco coquetas.

La mujer de Dios no puede ser coqueta, especialmente la mujer de Dios casada, pues no seria bueno que por esa coquetería le diera lugar al enemigo para hacer caer a un siervo de Dios.

Por eso la palabra nos habla del atavió de la mujer debe ser…

"considerando vuestra conducta casta y respetuosa". 1 Pedro 3:2.

Sí, sean coquetas con sus esposos... sométanse a sus maridos, háganle cariñitos, mímenlos y quiéranlos muchos y no habrá mujer que se les pueda parar al lado.

Los tiempos de la era pasada ya no están pues yo no conozco mujer hoy en día que no se arregle el cabello solo recuerda que con esto la palabra nos enseña en 1 Corintios 11:10, la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza por causa de los ángeles.

1 Corintios 11:14,15 nos dice que…

"La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello? Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello".

El cabello en la mujer es su velo, y para que no tengan que usar velo pues su cabello le sirve de velo.

Aquellas que optan por cortarse el pelo deben de esconder su vergüenza pues si es honroso para la mujer dejarse crecer el cabello.

¿El cortárselo no le seria deshonroso?

Déjate tu pelo largo como el Señor ha dispuesto en su palabra.

Es lindo saber que a mi Rey le agrada, que cuando el Espíritu me toca en todo su esplendor y mi cabello me cubre mi rostro y nadie puede ver la luz que brilla en mi, en esos momentos yo estoy asolas con Dios, me deleito en el Señor porque el se deleita en mi.

Yo siento y creo que la persona que se desvía de la palabra es porque quiere, porque toda respuesta se encuentra ahí.

No usemos la palabra de Dios para apoyar nuestra forma de ser y nuestra forma de llevar el evangelio a nuestro propio gusto y antojo, cuando al final se sabrá quien es quien pues la misma palabra nos dice en Jeremías que solo Dios conoce nuestros corazones pues es en el corazón donde maquinamos el mal.

La mujer de Dios no tiene que ser coqueta, ni seductora, puesto que el Señor es tan lindo y tan grande que te va a dar lo que tú necesitas y te lo va a dar… bueno si esperas en él.

La mujer de Dios debe ser humilde, mansa, sencilla como Sarai, como Rebeca, como Rut como Noemí, como Esther, como Deborah, como Maria la madre de Jesús, la cual halló gracia en los ojos de Dios para llevar tan gran encomienda.

La mujer de Dios debe brillar donde se pare y entre mas sencilla y mas humilde mucho mejor porque mas el Señor se agrada de ellas y así como Pedro alabó la sencillez y humildad y el respeto con el cual Sara le hablaba a Abraham así será alabada la mujer que teme a Dios y eso es promesa de Dios.

Proverbios 31:30 dice…

"Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada".

Proverbios 31:10 dice…

"Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas".

En cuanto al hombre de hoy en día.

El hombre de Dios no le gusta la mujer que coquetea, ni que le guste llamar la atención.

Eso para mí es inseguridad y la mujer de Dios es la mujer que más segura que hay porque reconoce que entre más sencilla y mas humilde y mas sierva de Dios sea mas cerca esta de las bodas del cordero.

El hombre de Dios se reconoce porque esté no mira figura o cara, este mira a la mujer espiritual y busca una mujer espiritual.

Recuerden que ante todo viene lo espiritual después lo material y por último lo carnal.

Vamos a respetar los ideales de cada persona y no critiquemos a esas mujeres que se han esmerado en permanecer santificadas para el Señor, estas son las ancianitas que yo veo con pelo largo pasándole las cintura, sin maquillajes, y llenas del Espíritu de Dios.

Hay un refrán que dice… que aunque la mona se vista de seda mona se queda.

Yo prefiero hallar gracia en los ojos de mi Dios y el favor de mi Dios antes que todo lo material porque una mujer en las manos de Dios es lo más bello que hay.

¡Y recuerden que la mujer de Dios con o sin, es bella, porque el brillo que no te puede dar el maquillaje te lo da Dios!

¡Porque el brillo que no te puede dar el mundo, ni el maquillaje, proviene de Dios!

Que el Señor bendiga a todas esas mujeres valientes.

¡Ayuda idónea, ejemplo de fortaleza eres tú, paño de lágrimas cuando el siervo desmaya, ahí estas tú!

Amén.

martes, 16 de octubre de 2007

Ojos codiciosos


EDITORIAL


"Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, " (2a de Timoteo 3:2 al 4)

La sociedad actual ha abandonado toda clase de moralidad y se lanza detrás de la impureza y la maldad de forma asombrosa.Hoy en día se ha adoptado una forma de vida que no apela ni a las más mínimas reglas de conducta y aún ha echado fuera toda clase de principios que son necesarios para una vida estable.

Los jóvenes viven entregados a los pecados sexuales, los adultos viven para sí mismos y los niños observan el degenere de éstos para luego imitar tan vergonzoso ejemplo.
En realidad, la Biblia ya había profetizado todo esto, pero ¿qué sucede cuando aún los llamados "hijos de Dios" son arrasados por las mismas formas de conducta? Esto es la peor tragedia que existe: cuando aquellos que deberían ser la luz de este mundo, participan en los mismos pecados y se enredan en las mismas tinieblas.
Le invitamos a reflexionar en el siguiente artículo escrito por David Wilkerson, que sin duda arrojará la luz a aquellos que con corazón sincero, teman a las palabras de Dios.

Editores (tomado de la revista cristiana Avivamiento)



“OJOS CODICIOSOS”
Por David Wilkerson


Yo no tengo una televisión o una videocasetera, y por la gracia de Dios he sido guardado de toda forma de pornografía; pero considera a los cristianos que tienen una televisión y también cablevisión. Son más de las diez de la noche y los niños están en sus camas, y se sientan a ver una película para adultos. Ante sus propios ojos ven adultos fornicando y practicando toda clase de maldad del infierno. Tanto su espíritu como su cuerpo son capturados por eso. O podría ser este escenario: estás lejos de tu casa y nadie te conoce. Te sientes solo y un curioso impulso viene sobre ti. El enemigo de tu alma te susurra: “¡Vé esta o aquella película, sólo una vez, después puedes arrepentirte!”- Entonces tú vas a una película para adultos o de media noche.

Esta es corrupta y te hace sentir sucio y pecador. ¡Sales del cine vacío! O supón que en vez de salir, simplemente le cambias a una película sucia en la habitación del cuarto del motel. ¡Ahí mismo en el cuarto el Espíritu Santo se va contristado, viendo cómo un hijo de Dios tiene sus ojos pegados a una película vil, inmunda y sensual! Y aquí está un último escenario: ¡caminando por la calle te detienes en un puesto de periódicos contemplando todas las revistas pornográficas (Play Boy, Pent House, etc.) y toda una colección de otras revistas viles! ¡Sólo mirando! Pero compras un periódico y la revista pornográfica, escondiéndola entre las páginas del periódico. Te la llevas a tu casa y la escondes, y la sacas secretamente para anhelar lo que está en las fotos.
Después de un tiempo te deshaces de ella con disgusto, diciendo: “¡Nunca más! Esto es tonto, es ridículo, ¿Quién lo necesita?”
Pero hay algo todavía más serio: supón que yo camino por las calles para ir a trabajar o para ir a la iglesia o para tomar el camión o el metro, y mis ojos están codiciando, ¡siempre mirando! ¡Satanás hace alarde de la carne en todo lugar! ¡Muchos se visten, caminan y actúan como si estuvieran poseídos por demonios! Son como pornografía caminando, tentando a tus ojos.
Aunque hombres y mujeres son igualmente culpables de tener ojos “codiciosos”, los hombres son probablemente más susceptibles a ello. Las esposas tienen cuidado de hacia donde ven, mientras que sus esposos cristianos voltean sus cabezas y siguen a las mujeres con sus ojos codiciosos, en los restaurantes ¡y aún en la iglesia! ¡Las esposas observan los ojos de sus esposos! Nada es más irrespetuoso para una esposa, o más degradante, que un esposo que codicia con sus ojos, ¡en su presencia!
En la ciudad todo esto se intensifica por el evidente número de personas, la propaganda sensual y la forma en que se visten los inicuos. Años atrás, aquí en Nueva York, ¡las mujeres usaban vestidos hasta el piso! Ellas eran modestas (recatadas), todavía sentían vergüenza. Era vergonzoso aún dejarse ver el tobillo. ¡Hoy en día muchas mujeres se visten como prostitutas que rondan en busca de su presa! Aún hace cincuenta años, la mayoría de ellas habrían sido llevada por patrullas de policía, cubiertas con chamarras y, ¡acusadas de exposición indecente! Puedes estar seguro de que las tentaciones se pondrán peores entre más nos acerquemos al fin de este siglo. Va a ser algo terrible.
La pregunta es: ¿por qué un verdadero hijo de Dios pondría sus ojos en tan inicua obscenidad? Sabemos que la codicia de los ojos es una de las batallas más grandes que están siendo peleadas por los cristianos hoy en día. Me tocó ver a un hombre que cargaba su Biblia en la esquina de las calles 68 y Broadway. Al pasar junto a él una mujer que traía puesta una mini-falda, cruzó la calle, mirando hacia atrás todo el tiempo, arriesgando su vida por el tráfico. ¡Qué terrible parecía aquello! La Biblia se veía fuera de lugar. Esta es una batalla que está siendo peleada por ministros, licenciados, doctores, políticos, gente de todo tipo de vida y de cada nacionalidad. Existen miles que dan rienda suelta a esto secretamente, y quisieran que nunca nadie lo supiera, y otros miles caen en esto sólo de vez en cuando. Pero esto ejerce dominio sobre ellos y parecen no poder ser completamente libres.
Yo quiero hablarles aquí solamente a aquellos quienes buscan agradar al Señor y caminar en santidad. ¿Por qué existe esta atracción perversa? ¿Por qué algunos siguen haciéndolo? ¿Por qué los ojos codiciosos? Isaías habló de las hijas de Sión que tenían “ojos desvergonzados” u ojos desviados y codiciosos: “… las hijas de Sión se ensoberbecen, y andan con cuello erguido y con ojos desvergonzados; cuando andan van danzando, y haciendo son con los pies…” (Is. 3:16). David oró: “Aparta mis ojos, que no vean la vanidad; avívame en tu camino” (Sal. 119:37). “No pondré delante de mis ojos cosa injusta…” (Sal. 101:3). Proverbios 4:25 dice: “Tus ojos miren lo recto, y diríjanse tus párpados hacia lo que tienes delante”. ¿Por qué no mantenemos nuestros ojos mirando lo recto, lo puro y hacia adelante?

Los ojos codiciosos están relacionados con un corazón trastornado e insatisfecho

No estamos reconociendo que el problema del ojo refleja un problema del corazón aún más profundo. Dios tiene que llevarnos a ver que algo no está todavía restaurado en nuestros corazones, que existe una raíz cau-sante de tener ojos codiciosos y lujuriosos.“Y sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” (Prov. 4:23).

No estamos tomando este asunto tan seriamente como Jesús lo hace. Él hace de este problema con el ojo un tema de vida o muerte. No es algo que se quita con el tiempo. Por el contrario, es algo con lo que se debe tratar en el temor de Dios, decisiva y despiadadamente. Debemos reconocer que Jesús dijo que nos podría enviar al infierno si no tratamos con esto de una vez por todas. ¡Jesús dijo que un ojo perverso debe ser sacado!

Déjenme decirles cómo surgió este mensaje. Anteriormente mencioné que vi a un hombre mirando a una mujer con minifalda, y qué mal me sentí por él. De hecho, yo pensé: “¡Eres un hombre sucio!”, pero el Espíritu de Dios me reprendió amorosamente diciendo: “Él es tu espejo. ¡Tú has estado haciendo lo mismo! Tal vez no con una Biblia en la mano, pero tú no has estado guardando tus ojos como debieras”. En aquella noche y hasta este mismo momento el Espíritu Santo puso un temor santo en mí, previniéndome de que lo que yo miro es un asunto muy serio para con el Señor. No es un rollo legalista de esclavitud. Es la vida y la muerte. Es imposible tener un corazón puro y tener ojos indisciplinados. La lascivia del ojo es una extensión de la lascivia que hay en el corazón.

La Biblia dice que hay algunos “... quienes aún mientras comen con vosotros... tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar...” (2 Pe. 2:13-14). Ellos vienen a la casa de Dios a comer con nosotros. Escuchan y disfrutan la Palabra, pero están llenos de lujuria. Esto involucra tanto a mujeres como a hombres. Ellos pretenden desear a Cristo. Dicen todas las palabras correctas, pero tienen una cosa predominante en sus mentes. Ellos están locos por las mujeres y ellas enajenadas por los hombres, ¡con ojos codiciosos! Yo he tenido a muchos de estos que vienen a mí por oración, diciendo: “No puedo aguantarlo, algo viene sobre mí. ¡La lujuria me arrasa! ¡Tiene que ser algo demoníaco!” Un ministro que fue sorprendido con ocho mujeres en su iglesia me dijo: “Todo comenzó cuando yo tenía quince años con la empleada doméstica en nuestra casa. Luego se hizo un hábito y yo no veía nada malo en hacerlo”.

En todos estos casos, es la carne, no los demonios, reinando. “Sabe el Señor... reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio; y mayormente a aquellos que, siguiendo la carne andan en concupiscencia e inmundicia… atrevidos…” (2 Pe. 2:9-10). Pedro dice: “… tienen el corazón habituado a la codicia…” (2 Pe. 2:14). La palabra “habituado” ¡tiene que ver con la desnudez! Ellos han sido obsesionados con la desnudez. Ellos lo codiciaron, lo practicaron, ¡siguieron la concupiscencia con sus ojos! Pedro dice de ellos: “El perro vuelve a su vómito y la puerca lavada a revolcarse en el cieno” (2 Pe. 2:22). Estos son halagadores que andan al acecho. ¿Qué título tienen? ¡Embusteros internacionales! ¡Tienen todas las respuestas correctas! “Pues hablando palabras infladas y vanas, seducen con concupiscencias de la carne y disoluciones a los que verdaderamente habían huido de los que viven en error” (2 Pe. 2:18). Esta es una de las advertencias más fuertes y significativas en la Palabra de Dios para la Iglesia hoy en día.

Para todos ustedes que han escapado de los falsos maestros, que han salido del error y han escapado limpiamente de doctrinas de demonios, que han escapado de la corrupción de una iglesia o de un líder que era falso, estén atentos a otra trampa: un seductor retumbante, “espiritual”, y de lenguaje hipócrita enviado a ti por el diablo, justamente cuando estás más vulnerable. ¡A todas las mujeres casadas: escuchen este mensaje! Si tú has despertado espiritualmente y tienes hambre de Dios, si te has vuelto y ahora no quieres otra cosa más que a Cristo, pero tu matrimonio no es lo que debiera ser, si hay confusión y problemas, si las cosas se han vuelto amargas y él no comparte tus anhelos más profundos, si están creciendo separados: ¡ten cuidado! El diablo va a estar poniendo justo en tu camino a un hombre que parecerá tan espiritual, tan sabio, tan comprensivo. Este hombre pareciera que lee tu mente. ¡Él va a hablar como nadie que tú hayas escuchado jamás! ¡Va a ser altilocuente y agradable a tu vanidad! Tu esposo va a parecer muy insípido en comparación.Había un ministro en Canadá que conoció a una “profetisa”. ¡Cómo profetizaba! Diciéndole que su ministerio sacudiría a las naciones. Ella podía ver a través de él y entenderlo. Comparada a esta mujer, su esposa era “materialista y poco espiritual”, decía él. Ellos terminaron en una aventura con la mujer profetizando todo el tiempo, diciendo: “Así dice el Señor…” ¡Mientras cometían fornicación! Otro hombre y su esposa que ahora asisten a la iglesia de “Times Square” habían pertenecido a una comunidad que hacía mucho énfasis en el pastoreo, en donde a él se le había dicho que no estaba espiritualmente a tono con ella. El grupo forzó a la esposa a divorciarse del esposo, y luego le trajeron a otro hombre (un espectro espiritual), para que se casara con ella.

Siervos del pecado

“Les prometen libertad y son ellos mismos esclavos de corrupción…”
(2 Pe. 2:19). ¡Escuchen la advertencia del apóstol! ¡Cuídense! Estos, quienes tienen ojos llenos de adulterio, pue-den identificar a los que están atribulados. Te ofrecen una mano bondadosa o te llaman, diciéndote:
“Tengo carga por ti, el Señor me despertó y me habló de ti. Tengo un buen oído. Dime todo lo que te sucede”. Si tú estás casado o casada, y estás en el teléfono (o en persona) descargando tu corazón con alguien que no es tu pareja, ¡entonces estás pecando y jugando con fuego! Tú estás en la mismísima trampa de la que Pedro nos advierte.

Aquí está una palabra para solteros. Si tú estás buscando a Dios y dispuesto a seguir a Cristo a cualquier costo, tú vas a ser un blanco para Satanás. Él va a enviarte a tu camino a alguien que tenga lo que yo llamo “religión de luna de miel”; esto es: ¡una plática lo suficien-temente espiritual y dulce como para llevarte al altar! Una joven esposa confesó: “¡Él sonaba tan espiritual! Todo lo que hablaba era acerca del Señor. Me dijo que Cristo era todo para él, pero el día que nos casamos, él cambió”. ¡No! Él no cambió. Sus verdaderas intenciones tan solo salieron a la luz. Ella recuerda que todo el tiempo que fueron novios tuvo una lengua espiritual, pero manos pegajosas. ¡Esa es la prueba. Niégale sus pasiones animales y verás qué tan espiritual es!.
Otros rehúsan permitir que sus ojos ofendan a Cristo en ellos

Hay una escritura que me ha dado proble-mas durante años: “Si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno” (Mt. 5:29). Esta es una persona que está bajo el absoluto señorío de Cristo. Si la carne o el yo estuvieran en el trono, ¿qué nos podría ofender?, mas debido a que Cristo gobierna en supremacía, entonces los ojos ofenden, cualquier cosa diferente de Cristo ¡se vuelve ofensiva! Estas palabras de Jesús nos muestran que tan seriamente toma este asunto de los ojos codiciosos. Él también menciona el mismo mensaje nuevamente en Mateo 18. ¡Dos veces en un libro! Si Cristo gobierna y reina en tu corazón, tú vas a experimentar su contristamiento ¡cada vez que miras persistentemente a cualquier hombre o mujer, o ves una revista pornográfica, o te sientas y ves, aunque sea cinco minutos, una película inmunda, o compras o rentas una película atrevida! ¡Tu espíritu clamará: “Oh, Señor, ¡te estoy ofendiendo con mis ojos!”.

“Si tu ojo derecho te es ocasión de caer...” ¿Por qué Jesús habla del ojo derecho? ¿No puede tu ojo izquierdo ver lo mismo? El ojo derecho representa autoridad. Cristo se sienta a la diestra del Padre. Puesto que Dios es Espíritu, no puede haber literalmente una mano derecha o izquierda. Por el contrario, representa la posición soberana de autoridad de nuestro Señor. De esta manera tu ojo derecho es cualquier pasión que ha asumido poder o autoridad abrumadora en tu cuerpo.

Los pecados del ojo derecho son aquellos que tienen raíces, aquellos que fácilmente nos acosan. Este se vuelve el ojo derecho de la carne, el ojo dominante cuando se cede al pecado como “instrumentos de iniquidad...” (Rom. 6:13).
Para algunos es un dominante ojo derecho de fantasía. Este es el curso de los matrimonios: esposos o esposas soñando despiertos en algo mejor; con un ojo inicuo que está ciego a la realidad y enfocado en alguna fantasía. ¡Ellos no pueden creer que Dios haga un mila-gro de sanidad, porque viven con una visión falsa de que en algún lugar hay un hombre o una mujer perfectos!

Hace algunos años yo estaba en un programa de televisión con un comediante que se había casado más de ocho veces y estaba a punto de casarse otra vez. Yo le dije: “Creo que acabo de conocer al hombre más triste en los Estados Unidos”. Más tarde, él confesó: “¡Ocho mujeres no pudieron haber estado equivocadas! Yo esperaba que ellas me trajeran felicidad. Estuve casado con una de ellas tan sólo una semana”. Puesto que ninguna podía hacerlo feliz, él podía irse. Si tú eres uno de los que sueñan despiertos, ¡necesitas un poco de colirio del Espíritu Santo en tu ojo para limpiar tu visión! Esas fantasías pueden destruir lo que queda de tu matrimonio.

Jesús dijo: “Sácalo y échalo de ti!”. Él está diciendo simple y llanamente: “¡Es suficiente, déjalo ya, no más! ¡No más fantasías perversas! ¡No más revistas y películas sucias! ¡No más ojos codiciosos! ¡Desecha ese ojo derecho! No dejes que esa pasión tenga ningún dominio. ¡Saca esa codicia de tu corazón! Cristo no te da una excusa; Él simplemente dice: déjalo o piérdete “…pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno”.

Tú puedes orar, llorar por misericordia, rogar por gracia, excusarlo como debilidad, rogar desamparadamente, y aún decirle que es el trabajo de Dios y no el tuyo. Pero Jesús dice: “¡Sácalo tú, tú échalo de ti!” A nosotros no se nos mandaría a hacer algo imposible; tiene que ser posible, porque Él nos dijo que lo hiciéramos. Pero nosotros simplemente no queremos batallar contra el pecado. Por el contrario, nos plantamos enfrente de una película de la televisión, nos volvemos a algo vil, y oramos: “Dios, ¿Dónde está tu poder? ¡Libérame!” Caminamos a un puesto de revistas, tomamos una revista pornográfica , y decimos en voz baja: “Señor, ¿Dónde estás tú?”.

Escucha la advertencia de Cristo: “Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mt. 5:28). La mayoría de las personas estarían de acuerdo en que una aventura secreta rompe la confianza y arruina el matrimonio, y que fuera de la gracia de Dios nunca será lo mismo. Pero el mirar literatura pornográfica, ya sea el hombre o la mujer, y codiciar las imágenes, tienen el mismo efecto. ¡Tú eres igual de infiel! Sería lo mismo que haber estado físicamente con una prostituta. Tu adulterio mental destruirá tu relación con tu esposa. Esto hiere a los matrimonios, porque el esposo o la esposa no pueden ser igual a lo que tú viste. El diablo dice: “¡Él o ella es demasiado gordo! ¡Mira con lo que estás casado!” Las comparaciones se hacen, y lo que tú tienes ¡parece muy lejano de tu fantasía! Ahora tú miras, tus ojos codician, porque él o ella no te pueden satisfacer. Satanás ha contaminado tu mente, haciéndote sentir engañado.

En el tema de la masturbación, aún los escritores cristianos han escrito que es un medio legítimo de aliviar la tensión, que esto no es fornicación. Los cristianos solteros de ahora no consideran que entregarse a ello sea pecado, siempre y cuando todo se quede en la mente. Pero la Palabra de Dios lo llama autoindulgencia. Pablo, un hombre soltero dijo: “Sino que golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eli-minado” (1 Co. 9:27). Pablo dijo: “… mas yo no me dejaré dominar de ninguna” (1 Co. 6:12).

El peligro para los solteros, así como para los casados es que estas pasiones y hábitos empiezan a controlar y a tomar poder sobre el cuerpo. “Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo, mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Co. 6:18-20).
¿Puede Dios guardar a los solteros puros? ¿Puede darles ojos puros? “Y aquel que es poderoso para guardaros sin caída y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría…” (Jud. 24). A la mujer soltera o divorciada Dios le dice: “No temas, pues no serás confundida; no te avergüences, porque no serás afrentada, sino que te olvidarás de la vergüenza de tu juventud, y de la afrenta de tu viudez no tendrás más memoria. Porque tu marido es tu Hacedor; Jehová de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor, el Santo de Israel; Dios de toda la tierra será llamado. Porque como a mujer abandonada y triste de espíritu te llamó Jehová, y como a la esposa de la juventud que es repudiada dijo el Dios tuyo” (Is. 54:4-6).

Para los hombres jóvenes David dice por el Espíritu Santo: “Mi porción es Jehová” (Sal. 119:57).
¡Si la cosa inmunda en la que tu ojo se enfoca no es quitada, todo dentro de ti se vuelve perverso!
“La lámpara del cuerpo es el ojo; cuando tu ojo es bueno, también todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando tu ojo es maligno, también tu cuerpo está en tinieblas. Mira pues, no suceda que la luz que en ti hay, sea tinieblas” (Lc. 11:34-35).
Había un artículo en un periódico dominical reciente que ilustra apropiadamente estos versículos. Tenía que ver con una estrella de cine que se enamoró de su compañero de actuación. Pero esto no era recíproco. Él era amable con ella y ella malinterpretó esto como amor. Él, de hecho, tenía otra novia. Ella estaba tan obsesionada con él que perdió todo raciocinio y le mandó una muñeca desfigurada, dejándola en el escalón de la entrada de su casa; acosándolo por teléfono y con cartas. La policía se la llevó para interrogarla. ¡Esto destruyó su vida!
Esto es lo que la Palabra está hablando. Esa cosa perversa que el ojo no quiere dejar, se convierte en una obsesión. Empieza a tomar control. Todo el sentido común se va, gente inteligente empieza a hacer cosas tontas y peligrosas. La mente, cuerpo, alma y espíritu se llenan de perversa oscuridad.
Una mujer joven me dijo de cómo su amor por un hombre joven la estaba destruyendo. Ella sentía que estaba perdiendo su mente, siempre fantaseando acerca de lo que sería su vida con él. Yo hablé con él, y estaba sorprendido: “Yo en ninguna ocasión le he dado una razón para que piense que la amo. ¡Nunca hemos salido! Me la he encontrado en dos ocasiones”. Ella está ahora, al borde del suicidio, obsesionada con él, y él está herido, porque no fue su culpa. ¡Fue el ojo perverso de ella!

¿Por qué es Cristo tan insistente, tan exigente, en que esta cosa inmunda sea quitada, terminada y desechada? Porque Él conoce la horrible confusión y oscuridad que esto trae consigo. Todo lo que tú hagas estará contaminado con inmundicia. No vas a poder escuchar la voz de Dios. La luz que tú pienses que hay en ti, será oscuridad. Horribles pensamientos inicuos entrarán en tu mente. Vas a ser capaz de mentir, hacer trampa, disimular, ¡llamando a lo malo bueno y pervirtiéndote en todos tus caminos! Tú dices: “Sí hay algo que domina a mis ojos. Yo tengo mi ojo en alguien o en algo. Pero no puedo detenerme. No puedo dejarlo”. Jesús no dijo que sería fácil; pero sí que sería posible. “...mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que ser echado en el fuego eterno” (Mt. 18:8). Esto puede significar que tú termines acongojado o emocionalmente cojo. ¡Pero es una de dos, eso o el infierno! Sí, puede ser como si murieras. Algo va a morir en ti, pero se tiene que ir o arruinará tu alma.
Yo leí un sermón de un predicador famoso aquí en Nueva York, dado en una catedral al norte de la ciudad. Él dijo: “No suprimas esos sentimientos profundos. Abandónate, entrégate a ellos, de otra forma vas a destruir tu personalidad”. ¡Ese predicador va a encontrarse cara a cara con un ejército de almas condenadas en el infierno que no lo van a dejar descansar por toda la eternidad, por haberles mentido!


Jesús dijo: ¡Sácalo, échalo de ti!

viernes, 5 de octubre de 2007

Abre los cielos


“Abre los cielos”, es el titulo de una de las canciones, que están incluidas en nuestra última grabación: “Te daré lo mejor”, y es también el clamor de una generación que tiene sed de Dios y de su presencia.


En ciudad Juárez Chihuahua donde vivimos tenemos como línea divisoria con los Estados Unidos al “Río Bravo”, o “Río Grande” como lo conocen en Estados Unidos. Se dice que hace muchos años, el Río Bravo, llevaba tanta agua, que los barcos entraban desde el golfo de México hasta lo que es ahora Ciudad Juárez. En la actualidad cuando te acercas al Río Bravo, el agua te llega solo a los tobillos.


Hace algunos meses, me toco volar por la cuenca del rió Bravo. Empecé en Ciudad Juárez donde el agua llega a los tobillos, y me fui internando hacia territorio de Estados Unidos en el estado de Nuevo México.A medida que vuelas hacia el norte notas que el río empieza a llevar más y más agua; agua que es usada en los campos de riego en los Estados Unidos, pero no le llega a los campesinos de Ciudad Juárez.Al seguir la cuenca del rió aún más hacia el norte se encuentra el lago caballo y después la presa elefante. De vez en cuando abren las compuertas de la presa y los campesinos de Cd. Juárez reciben un poco más de agua para sus campos.En el norte de México, especialmente nuestro estado, es una zona desértica en la que llueve muy poco. Hace algunos años tuvimos una sequía que duro cinco años. Por cinco años no llovió nada. Las presas se secaron. Si cruzabas el estado de Chihuahua en auto, te encontrabas con un cementerio de huesos en ambos lados de la autopista. El ganado estaba muriendo por miles porque no había agua para beber, ni pasto para comer.


Muchos de los campesinos del estado abandonaron sus tierras, dejaron a sus familias y emigraron a los Estados Unidos en busca de empleo para poder mantener a sus familias. Los hijos de los campesinos, salieron a las calles de las principales ciudades del Estado a pedir dinero para poder comer algo, era una situación trágica.


A través de las escrituras encontramos una y otra vez la analogía que se hace acerca de la lluvia natural con la lluvia espiritual.Así como el campesino tiene necesidad de lluvia para sus campos, el pueblo de Dios tiene necesidad de lluvia espiritual.Como Pueblo de Dios tenemos la necesidad de un derramamiento del poder del Espíritu sobre nuestra tierra seca. Cuando esto suceda, como dice Joel 2:24, “Las eras se llenarán de trigo, y los lagares rebozarán de vino y aceite” Esto nos habla de un tiempo de cosecha de almas, pero también de un tiempo de refrigerio espiritual, de fiesta y celebración.


Aunque hemos visto brotes de avivamiento en algunas partes de Latinoamérica, aún no hemos visto la lluvia cubrir nuestra tierra como lo anhelamos.Como pueblo de Dios debemos clamar por lluvia. Debemos pedirle al señor que así como se abren las compuertas de las presas, abra las compuertas de los cielos y mande la lluvia sobre nosotros.

En el cielo hay abundancia de lluvia para el pueblo de Dios, pero debemos clamar por ella.Al menos que como hijos de Dios no nos veamos en el mundo espiritual como el campesino en medio de su campo con los surcos totalmente secos, volteando hacia el cielo buscando las nubes con desesperación, no podremos clamar por lluvia del cielo.


Tenemos que reconocer nuestra necesidad.Si estamos conformes con nuestra condición espiritual la lluvia nunca vendrá, pero si reconocemos nuestra necesidad y clamamos, el oirá desde los cielos y se cumplirá lo que dice el Salmo 65: 9-11 “Visitas la tierra y la riegas; En gran manera la enriqueces; Con el río de Dios lleno de aguas, preparas el grano de ellos cuando así lo dispones.Haces que se empapen sus surcos, haces descender sus canales: La ablandas con lluvias, bendices sus renuevos.Tú coronas el año con tus bienes, y tus nubes destilan grosura”La letra de la canción dice:


Abre los cielos

Los árboles del campo se han secado

El vino y el aceite se acabo

Tu viña esta desierta y sin vallado

En nuestro asolamiento hay un clamor


Coro


Abre los cielos sobre nosotros

Abre los cielos Señor, haz llover

Somos tu pueblo somos tu viña

Abre los cielos Señor, haz llover


Vuélvenos a ti y nos volveremos

Ven a darnos vida una vez más

Vuélvenos de nuestro cautiverio

Haz tu remanente regresar


Que esta sea también tu oración, y veremos un avivamiento en Latinoamérica.


Jesús Adrián Romero
(tomado del sitio vástago.com)

lunes, 1 de octubre de 2007

Consérvate pura


Lo que sigue es un testimonio de la vida real (Los nombres usados son ficticios)

Sandra, fue una jovencita común y corriente y vivía una vida normal como la mayoría de los jóvenes de su edad. A los trece años se sintió atraída por Jerry, un joven de quince el cual le correspondía igualmente.

Por un tiempo tuvieron una amistad tan pura y hermosa que solamente se dispuso a ceder que éste le tomara las manos con amor y ternura. El tiempo pasó y esa relación de niños terminó tal y como comenzó sin dejar huella alguna de tristeza ni sinsabor.

Al cabo del tiempo, más adelante en la adolescencia, otro joven, Matt, puso su mirada en ella y comenzaron un noviazgo, atraídos ambos por un sentimiento de amor. En una ocasión, habiendo disfrutado de una fiesta con amistades y familiares, un amigo de ambos se ofreció a llevarlos a cada uno a su casa juntamente con otra pareja, Sally y Carlos. El "buen" amigo se hizo el gracioso y desvió su ruta hacia otro lugar, saliéndose de las inmediaciones de la ciudad para propiciar entre ambas parejas un momento de "esparcimiento" en la carretera. Sally y Carlos, aprovechando la ocasión, comenzaron a prodigarse su "amor" sin reparo alguno. Matt besó a Sandra en la mejilla y quiso besar su boca ... y ¿saben qué? Esto provocó que esa relación terminara.

Sandra no estuvo dispuesta a permitir que en esas condiciones y en ese lugar y de esa manera Matt la besara. Se respetaba demasiado a sí misma por lo que no estuvo dispuesta a cederse ni un ápice. Más tarde Matt la llamó para disculparse, pero ya era demasiado tarde, Sandra había sufrido una desilusión muy grande por el comportamiento de Matt y el mal, pobre y triste ejemplo de Carlos y Sally.

Quiero hacer claro que Sandra no conocía al Señor JESUS aún, pero tenía temor de Dios y estimación y respeto por sí misma y por su familia. En su corazón estaba bien grabada la firme decisión y determinación que tomó un día, de que su cuerpo sería tocado solo y exclusivamente por el hombre que algún día sería su esposo. Se lo propuso y lo logró porque era el anhelo de su corazón. Se valoraba muy alto para permitir que cualquier atrevido fuera a robarle lo que para ella era su mayor tesoro, su castidad.

Llegó el día de su boda, el momento con el que sueña y anhela toda joven; se casó ante el altar de la Iglesia con traje blanco, color que simboliza la pureza, y que en su caso fue una realidad, no falsedad ni engaño. Solo un hombre la ha tocado, su esposo, y es con mucho orgullo que lo testifica pues el haberse guardado única y exclusivamente para su marido le ha resultado en muchas y ricas bendiciones. No tiene nada de qué avergonzarse y vive agradeciéndole a Dios toda la vida el que la haya guardado

Jovencita ... no tengas en poco, lo que para Dios es de mucho valor. Consérvate pura y podrás, en su tiempo, disfrutar plenamente de los momentos más sublimes y hermosos con el hombre que Dios ponga en tu camino para que sea tu marido; sin vergüenza, sin sentimientos de culpa, ni malos recuerdos que empañen tu vida. No dañes ni estropees tu futuro cuyo éxito y bienestar depende, en gran medida, de tu cordura y prudencia de ahora. No te dejes impresionar por lo que te digan algunas "amistades" ni trates de imitar a la mayoría cuyos valores de vida están muy por debajo de lo que tú te mereces. Dispón en tu mente y corazón el ser diferente, aunque tengas que enfrentar situaciones difíciles por no querer seguir la corriente y querer permanecer a la altura de lo que Dios demanda de tí. Al final tú saldrás ganando y tendrás tu recompensa y el resto tendrá que aceptar, demasiado tarde y sin remedio, que ellas y ellos eran los que estaban bien mal. Jugaron con fuego y se llegaron a quemar, y sabe Dios cuántas horribles consecuencias tendrán que enfrentar. ¡No te dejes engañar!


Crea conciencia de que debes de guardarte, estimarte, valorarte y protegerte con mucho celo y preocupación en el presente. Se lo agradecerás a Dios y te sentirás feliz contigo misma. Estarás desde ahora estableciendo el fundamento de un futuro hogar en el orden de Dios, del cual, tu esposo y los hijos que tengas se sentirán orgullosos y agradecidos. NO TE ARREPENTIRAS.
"Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud,antes de que vengan los día malos, y lleguen los añosde los cuales digas No tengo en ellos contentamiento"

"El fin de todo discurso oído es este:Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto esel todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio,juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala."Eclesiastés 12:1, 13-14---

Pasa la voz de ALERTA y trata de contagiar con tu testimonio y madura forma de pensar a todos los jóvenes que puedas alcanzar. La sociedad actual está bastante corrompida y necesita contar con valientes que estén dispuestos a sanarla en lo que sea posible, defendiendo y ensalzando la moral y la integridad. Revoluciona estos medios, tu escuela y tu comunidad con la ADVERTENCIA más importante del momento con relación a la virginidad. Unete al grupo de jóvenes atrevidos que se han levantado contra toda ola de inmoralidad diciendo a todos que la única forma digna e inteligente de parar la promiscuidad sexual y los embarazos fuera de tiempo está en gritarle al mundo: SI, a la abstinencia y NO, a la degradación sexual. SI, a los valores y dignidad y NO, a las bajas pasiones que solo traen desequilibrio y confusión a la sociedad.

viernes, 14 de septiembre de 2007

EL progreso del peregrino - Juan Bunyan(Introducción)

EL PROGRESO DEL PEREGRINO
Juan Bunyan






Juan Bunyan, autor de El Progreso del Peregrino, nació el 30 de noviembre de 1628, en Elstow, Inglaterra. Era de oficio hojalatero. Por dos años sirvió de militar, durante la guerra civil de aquella época. Fue hombre tan blasfemo que en cierta ocasión una mujer de vida liviana protestaba que le hacía temblar al oírle, y que el era el más impío en eso de blasfemar que en su vida había visto, y que su conducta en este punto era lo suficiente para pervertir la juventud de toda la villa.

Pero un domingo, según el cuenta le pareció que oía una voz en su alma que le decía: “¿Quieres dejar tus pecados e ir al cielo o te quedas con tus pecados y te vas al infierno?” La impresión que le causó esta voz, como del cielo, fue profundizada al oír la conversación de unas mujeres piadosas que sentadas en una puerta platicaban de la salvación y la gracia de Dios.

Bunyan se acercó para escuchar. Pronto se dio cuenta de que la conversación estaba muy por encima de su capacidad, y tuvo que oír sin tomar parte en ella. Las señoras se movían en un mundo que era, para él, muy desconocido; hablaban de nuevo nacimiento de lo alto; contaban de cómo Dios había visitado sus almas con su amor en Cristo Jesús; y recordaban palabras y promesas que les habían animado y fortalecido. Hablaban, dicen Bunyan, como si la alegría misma les obligara a hablar, y con un lenguaje bíblico tan placentero y con tal apariencia de gracia en todo lo que decían, que parecía que habían descubierto un nuevo mundo para el cual el se sentía del todo incapacitado. Estaba humillado.

Estas mujeres pertenecían a un grupo de doce creyentes en Cristo que formaban la iglesia de Bedford. Después de convertido, Bunyan fue admitido en esta iglesia y en el registro su nombre es decimonono. No tardó en darse a conocer como predicador y desde entonces la predicación fue su principal inspiración. Para algunos era muy grata su predicación, pero otros solo esperaban la ocasión para tapar su boca y, encarcelarlo, pues la Palabra de Dios que anunciaba era opuesta a las ideas erradas de los hombres acerca de la salvación. El 12 de noviembre de 1660 estaba predicando en una granja al sur de Bedford cuando fue arrestado. Quedó preso en la cárcel de Bedford doce años.

Estando otra vez en libertad, los hermanos de Bedford adquirieron un terreno en el cual había un granero, que sirvió a Bunyan para casa de reuniones todo el resto del tiempo que vivió.

Murió Bunyan el 31 de agosto de 1688 de una fiebre causada por las fuertes lluvias por las cuales atravesó en un viaje de predicación a Londres. Uno de sus amigos, que lo cuidó durante su enfermedad, dice que soportó sus sufrimientos con mucha constancia y paciencia; y no expresaba otro deseo que ser transportado con su Salvador Jesús, considerando también en este caso la muerte como ganancia, y la vida solo como una constante y cristiana paciencia, entregó su alma en las manos de su misericordioso Salvador, siguiendo a su Peregrino desde la ciudad de Destrucción a la nueva Jerusalén. Uno de sus contemporáneos escribe de el: “Su fisonomía era grave y formal, y así era su vida: descubierta hasta lo más profundo de su corazón, dando ánimo a los creyentes y excitando al arrepentimiento a los que no temían a Dios”. “El Progreso del Peregrino”, el más conocido de los 60 libros que escribió Juan Bunyan, fue dado al público en 1678, habiendo sido escrito en la cárcel, como el mismo autor nos dice. Ha sido traducido en más de cien distintos idiomas y ahora se lee con mucho provecho en todas partes del mundo. A parte de la Biblia, no hay libro que haya tenido tan gran circulación como la alegoría escrita por el hojalatero convertido, mientras estaba preso por haber predicado a Cristo.

Por unos cuantos años le cerraron la boca en la cárcel, pero por más de tres siglos ha sido oído su testimonio por medio de sus escritos y es por millones de almas.





El progreso del peregrino - Capítulo I

CAPITULO PRIMERO

Figurando el viaje de Cristiano, desde la ciudad de Destrucción hasta la ciudad Celestial bajo el símil de un sueño



Caminando iba yo por el desierto de este mundo, cuando me encontré en un paraje donde había una cueva; busqué refugio en ella fatigado, y habiéndome quedado dormido, tuve el siguiente sueño: Vi un hombre en pie, cubierto de andrajos, vuelto de espaldas a su casa, con una pesada carga sobre sus hombros y un libro en sus manos. Fijando en él mi atención, vi que abrió el libro y leía en él, y según iba leyendo, lloraba y se estremecía, hasta que, no pudiendo ya contenerse más, lanzó un doloroso quejido y exclamó: — ¿Qué es lo que debo hacer?.

En este estado regresó a su casa, procurando reprimirse todo lo posible para que su mujer y sus hijos no se apercibiesen de su dolor. Mas no pudiendo por más tiempo disimularlo, porque su mal iba en aumento, se descubrió a ellos y les dijo: —Queridísima esposa mía, y vosotros, hijos de mi corazón; yo, vuestro amante amigo, me veo perdido por razón de esta carga que me abruma. Además, sé ciertamente que nuestra ciudad va a ser abrasada por el fuego del cielo, y todos seremos envueltos en catástrofe tan terrible si no hallamos un remedio para escapar, lo que hasta ahora no he encontrado.

Grande fue la sorpresa que estas palabras produjeron en todos sus parientes, no porque las creyesen verdaderas, sino porque las miraban como resultado de algún delirio. Y como la noche estaba ya muy próxima, se apresuraron a llevarle a su cama, en la esperanza de que el sueño y el reposo calmarían su cerebro. Pero la noche le era tan molesta como el día; sus párpados no se cerraron para el descanso, y la pasó en lágrimas y suspiros.

Interrogado por la mañana de cómo se encontraba, —Me siento peor—contestó—y mi mal crece a cada instante. — Y como principiase de nuevo a repetir las lamentaciones de la tarde anterior, se endurecieron contra él, en lugar de compadecerle. Intentaron entonces recabar con aspereza lo que los medios de la dulzura no habían conseguido; se burlaban unas veces, le reñían otras, y otras le dejaban completamente abandonado. No le quedaba, pues, otro recurso que encerrarse en su cuarto para orar y llorar, tanto, por ellos como por su propia desventura, o salirse al campo y desahogar en su espaciosa soledad la pena de su corazón.

En una de estas salidas le vi muy decaído de ánimo y sobremanera desconsolado, leyendo en su libro, según su costumbre; y según leía le oí de nuevo exclamar: — ¿Qué he de hacer para ser salvo? — Sus miradas inquietas se dirigían a una y otra parte, como buscando un camino por donde huir; mas permanecía inmóvil, porque no le hallaba, a tiempo que vi venir hacia él un hombre llamado Evangelista, y oí el siguiente diálogo:

EVANGELISTA — ¿Por qué lloras?

CRISTIANO (tal era su nombre). — Este libro me dice que estoy condenado a morir; y que después he de ser juzgado, y yo no quiero morir ni estoy dispuesto para el juicio.

EVANGELISTA — ¿Por qué no has de querer morir, cuando tu vida está llena de tantos males?

CRISTIANO — Porque temo que esta carga que sobre mí llevo me ha de sumir más hondo que el sepulcro, y que he de caer en Tofet (lugar de fuego). Y si no estoy dispuesto para ir a la cár­cel, lo estoy menos para el juicio, y muchísimo menos para el suplicio. ¿No quieres, pues, que llore y que me estremezca?

EVANGELISTA — «Entonces, ¿por qué no tomas una resolución? Toma, lee.

CRISTIANO (Recibiendo un rollo de pergamino y leyendo.) — "¡Huye de la ira venidera!". ¿Adonde y por dónde he de huir?

EVANGELISTA (Señalando a un campo muy espacioso.) — ¿Ves esa puerta angosta?.

CRISTIANO — No.

EVANGELISTA — ¿Ves allá, lejos, el resplandor de una luz?.

CRISTIANO — ¡Ah!, sí.

EVANGELISTA — No la pierdas de vista; ve derecho hacia ella, y hallarás la puerta; llama, y allí te dirán lo que has de hacer.

EL progreso del peregrino - Capítulo II

CAPITULO II

Prosigue Cristiano su peregrinación, viéndose abandonado por Obstinado y Flexible.


Cristiano echó a correr en la dirección que se le había marcado; mas no se había alejado aún mucho de su casa cuando, se dieron cuenta su mujer e hijos, empezaron a dar voces tras él, rogándole que volviese. Cristiano, sin detenerse y tapando sus oídos, gritaba desaforadamente: — ¡Vida!, ¡vida!, ¡vida eterna! — Y sin volver la vista atrás, siguió corriendo hacia la llanura.

A las voces acudieron también los vecinos. Unos se burlaban de verle correr; otros le amenazaban, y muchos le daban voces para que volviese. Dos de ellos, Obstinado y Flexible, pretendieron alcanzarle para obligarle a retroceder, y aunque era ya mucha la distancia que los separaba, no pararon hasta que le dieron alcance. — Vecinos míos— les dijo el fugitivo—, ¿a qué habéis venido? —A persuadirte a volver con nosotros— dijeron. —Imposible —contestó él— la ciudad donde viven y donde yo también he nacido, es la Ciudad de Destrucción; me consta que es así, y los que en ella moran, más tarde o más temprano, se hundirán más bajo que el sepulcro, en un lugar que arde con fuego y azufre. Es, pues, vecinos, ánimo y vengan conmigo.

OBSTINADO — Pero, ¿y hemos de dejar nuestros amigos y todas nuestras comodidades?

CRISTIANO — Sí, porque todo lo que tengan que abandonar es nada al lado de lo que yo busco gozar. Si me acom­pañan, también ustedes gozarán conmigo, porque allí hay cabida para todos. Vamos, pues, y por ustedes mismos infórmense de la verdad de cuanto les digo.

OBSTINADO — ¿Pues qué cosas son esas que tú buscas, por las cuales lo dejas todo?

CRISTIANO — Busco una herencia incorruptible, que no puede contaminarse ni marchitarse, reservada con seguridad en el cielo, para ser dada a su tiempo a los que la buscan con diligencia. Esto dice mi libro, léanlo si gustan, y se convencerán de la verdad.

OBSTINADO — Necedades. Déjanos de tal libro. ¿Quieres o no volver con nosotros?

CRISTIANO — ¡Oh!, nunca, nunca. He puesto ya mi mano al arado.

OBSTINADO — Vamonos, pues, vecino Flexible, y abandonémosle. Hay una clase de entes, tontos como éste, que cuando se les mete una cosa en la cabeza, se creen más sabios que los siete famosos de Grecia.

FLEXIBLE — Nada de insultos, amigo. ¿Quién sabe si será verdad lo que Cristiano dice? Y entonces vale mucho más lo que él busca que todo lo que nosotros poseemos; me voy inclinando a seguirle.

OBSTINADO — ¡Cómo! ¿Más necios aún? No seas loco, y vuelve conmigo. ¡Sabe Dios adonde te llevará ese mentecato! Vamonos, no seas tonto.

CRISTIANO — No hagas caso, amigo Flexible; acompáñame, y tendrás no sólo cuanto te he dicho, sino muchas cosas más. Si a mí no me crees, lee este libro, que está sellado con la sangre del que lo compuso.

FLEXIBLE — Amigo Obstinado, estoy decidido; voy a seguir a este hombre y unir mi suerte con la suya. Pero (dirigiéndose a Cristiano), ¿sabes tú el camino que nos ha de llevar al lugar que deseamos?

CRISTIANO — Me ha dado la dirección un hombre llamado "Evangelista"; debemos ir en busca de la puerta angosta que está más adelante, y en ella se nos darán informes sobre nuestro camino.

FLEXIBLE — Adelante, pues; marchemos.

Y emprendieron juntos la marcha. Obstinado se volvió solo a la ciudad, lamentándose del fanatismo de sus dos vecinos. Estos continuaron su camino, hablando amistosamente de la necia terquedad de Obstinado, que no había podido sentir el poder y terrores de lo invisible, y la grandeza de las cosas que esperaban: —Las concibo—decía Cristiano—; pero no hallo palabras bastantes para explicarlas. Abramos el libro y leámoslas en él.

FLEXIBLE — Pero, ¿y tienes convencimiento de que sea verdad lo que el libro dice?

CRISTIANO — Sí, porque lo ha compuesto Aquel que ni puede engañarse ni engañarnos.

FLEXIBLE — Léeme, pues.

CRISTIANO — Se nos dará la posesión de un reino que no tendrá fin, y se nos dotará de vida eterna para que podamos poseerle para siempre. Se nos darán coronas de gloria y unas vestiduras resplandecientes como el sol en el firmamento. Allí no habrá llanto ni dolor, porque el Señor del reino limpiará toda lágrima de nuestros ojos.

FLEXIBLE — ¡Qué bello y magnífico es esto! ¿Y cuál será allí nuestra compañía?

CRISTIANO — Estaremos con los serafines y querubines, criaturas cuyo brillo nos deslumbrará: encontraremos también allí a millares que nos han precedido, todos inocentes, amables y santos, que andan con aceptación en la presencia de Dios para siempre. Allí veremos los ancianos con sus coronas de oro, vírgenes y santos cantando dulcemente con sus arpas de oro, tantos hombres a quienes el mundo descuartizó, que fueron abrasados en las hogueras, despedazados por las bestias feroces, arrojados a las aguas, y todo por amor al Señor de ese reino, todos felices vestidos todos de inmortalidad.

FLEXIBLE — La simple relación de esto arrebata de entusiasmo mi alma. ¿Pero es verdad que hemos de gozar de todas estas cosas? ¿Y qué hemos de hacer para conseguirlo?

CRISTIANO — El Señor del reino lo ha consignado en este libro, y, en suma, es lo siguiente: "Si verdaderamente lo deseamos, El no los concederá de balde."

FLEXIBLE — Bien, buen amigo. Mi corazón salta de alegría; sigamos adelante, y apresuremos nuestra llegada.

CRISTIANO — ¡Ay de mí! No puedo ir tan de prisa como quisiera, porque esta carga me abruma.

En tal conversación iban agradablemente entretenidos cuando los vi llegar a la orilla de un cenagoso pantano que había en la mitad de la llanura, y descuidados se precipitaron en él. Se llamaba el Pantano del Desaliento. ¡Pobres! Los vi revolcarse en su fango, llenándose de inmundicia, y cristiano, por su parte, hundiéndose en el cieno a causa e su pesada carga. — ¿Dónde nos hemos metido? — exclamó Flexible. —No lo sé —respondió Cristiano. — ¿Es ésta —repuso aquél muy enfadado— la dicha que hace poco ha tú me ponderabas tanto? Si tan mal lo pasamos al principio de nuestro viaje, ¿qué no podemos esperar antes de concluirlo? Salga yo bien de ésta, y podrás tú gozar sólo la plena posesión del país tan magnífico.

Hizo después un supremo esfuerzo, y de dos o tres saltos se puso en la orilla que estaba más inmediata a su casa. Se marchó, y Cristiano no le volvió a ver ya más. Este, por su parte, seguía revolcándose en el fango, cayendo unas veces y levantándose, y volviendo a caer; pero siempre adelantando algo en la dirección contraria a la de su casa, aproximándose a la de la puerta angosta; pero la pesada carga que llevaba sobre sí le impedía mucho, hasta que llegó una persona, llamada Auxilio, quien dirigiéndose a él, le dijo:

AUXILIO — Desgraciado, ¿cómo has venido a parar aquí?

CRISTIANO — Señor, un hombre, llamado Evangelista, me señaló esta dirección, y me añadió que por esa puerta angosta yo me vería libre de la ira venidera. Seguí su consejo, y he venido adonde me ves.

AUXILIO — Sí; pero ¿por qué no buscaste las, piedras colocadas para pasarlo?

CRISTIANO — Era tanto el miedo que de mí se apoderó que, sin reparar en nada, eché por el camino más corto, y caí en este lodazal.

AUXILIO — Vamos, dame la mano. Cristiano vio los cielos abiertos; se asió de la mano de Auxilio, salió de su mal paso, y ya en terreno firme, prosiguió su camino, como su libertador le había dicho.

Entonces yo me acerqué a Auxilio y le pregunté: — ¿Por qué siendo éste el camino directo entre la ciudad de Destrucción y esa portezuela, no se manda componer este sitio en bien de los pobres viajeros? —Es imposible —me respondió—: es el lodazal adonde afluyen todas las heces e inmundicias que siguen a la convicción de pecado; por eso se llama el Pantano del Desaliento. Cuando el pecador se despierta al conocimiento de sus culpas y de su estado de perdición, se levantan en su alma dudas, temores, aprensiones desconsoladoras, que se juntan y se estancan en este lugar. ¿Comprendes ya por qué es tan malo e incapaz de composición?

No era seguramente la voluntad del Rey que quedase tan malo; sus obreros han estado por espacio de muchos siglos, y bajo la dirección de los ingenieros de S. M., haciendo cuanto estaba en su poder para componerlo. ¡Cuántos miles de carros y cuantos millones de enseñanzas saludables se han hecho venir aquí de todas partes y dominios de S. M.! Y a pesar de que los inteligentes dicen que estos son los mejores materiales para componerlo, ni se ha podido lograr hasta hoy, ni se logrará en adelante. El Pantano subsiste y subsistirá.

Lo único que se ha podido hacer, está hecho. Se han colocado en medio de él, por orden del Legislador, unas piedras buenas, sólidas, por donde se podría pasar; pero cuando el lodazal se agita, y esto sucede siempre que hay variación de tiempo, despide unos miasmas que exhalan a los pasajeros, y éstos no ven las piedras y caen en el fango. Por fortuna, cuando logran llegar a la puerta, ya tienen terreno sólido y bueno.

Después de esto vi que, habiendo llegado Flexible a su casa, sus vecinos fueron en tropel a visitarle. Unos alababan su prudencia, porque se había retirado a tiempo de la empresa; otros le censuraban, porque se había dejado engañar de Cristiano, y algunos le calificaban de cobarde, porque, puesto una vez su pie en el camino, algunas pequeñas dificultades no debieran haber sido bastante para hacerle retroceder. Flexible se sintió abatido y avergonzado; pero se repuso muy pronto, y entonces todos a coro se burlaban de Cristiano en su ausencia. Con esto ya no pienso volver a ocuparme más de Flexible.

El progreso del peregrino - capítulo III

CAPITULO III

Cristiano abandona su camino engañado por sabio-según-el-mundo; pero Evangelista le sale al encuentro, y le pone otra vez en el mismo camino.

Cristiano, aunque solo ya, emprendió con buen ánimo su marcha, y vio venir hacia sí, por medio de la llanura a uno que al poco trecho se encontró con él en el punto en que se cruzaban sus respectivas direcciones. Se llamaba sabio-según-el-mundo, y habitaba en una ciudad llamada Prudencia-carnal, ciudad de importancia, a poca distancia de la ciudad de Destrucción. Había oído hablar de Cristiano, pues su salida de la ciudad había hecho mucho ruido por todas partes, y viéndole ahora caminar tan fatigado por su carga, y oyendo sus gemidos y suspiros, trabó con él la siguiente conversación:

SABIO-SEGÚN-EL-MUNDO — Bien hallado seas, buen amigo; ¿adonde se va con esa pesada carga?

CRISTIANO — En verdad que es pesada; tanto, que, en mi sentir, nadie jamás la ha llevado igual. Me dirijo a la puerta angosta, que está allá delante, pues se me ha infor­mado que allí me comunicarán el modo de deshacerme de ella.

SABIO-SEGÚN-EL-MUNDO — ¿Tienes mujer e hijos?

CRISTIANO — Sí, los tengo; pero esta carga me preocupa y me abruma tanto, que no siento ya en ellos el placer que antes tenía, y apenas tengo conciencia de tenerlos.

SABIO-SEGÚN-EL-MUNDO — Vamos, escúchame, que creo poder darte muy buenos consejos sobre la materia.

CRISTIANO — Con mucho gusto, pues estoy muy necesitado de ellos.

SABIO-SEGÚN-EL-MUNDO — Mi primer consejo es que cuanto antes te des­hagas de esa carga; mientras así no lo hagas, tu espíritu carecerá de tranquilidad, y no te será posible gozar, como corresponde, de las bendiciones que te ha concedido el Señor.

CRISTIANO — Eso es precisamente lo que voy buscando, pues ni yo puedo hacerlo por mí mismo, ni se encuentra en nuestro país quien pueda; he aquí lo que me ha movido emprender este camino en busca de tanta ventura.

SABIO-SEGÚN-EL-MUNDO — ¿Quién te lo ha aconsejado?

CRISTIANO — Una persona al parecer muy respetable y digna de consideración. Recuerdo que se llamaba Evangelista.

SABIO-SEGÚN-EL-MUNDO — Maldición sobre él por tal consejo. Precisamente este camino es el más molesto y peligroso del mundo. ¿No has empezado ya a experimentarlo? Te veo ya lleno del lodo del Pantano del Desaliento, y cuenta que eso no es más que el primer eslabón de la cadena de males que por tal camino te esperan. Soy más viejo que tú, y he oído a muchos dar testimonio en sus personas de que en él encuentran cansancio, penalidades, hambre, peligros, cuchillo, desnudez, leones, dragones, tinieblas, en una palabra: muerte con todos sus horrores. Créeme: ¿por qué se ha e perder un hombre por dar oídos a un extraño?

CRISTIANO — Señor mío: de muy buen grado sufriría yo cuanto usted acaba de decirme a cambio de verme libre de esta carga, más pesada y más terrible para mí que todo eso.

SABIO-SEGÚN-EL-MUNDO — ¿Y cómo vino sobre ti esa carga?

CRISTIANO — Leyendo este libro que tengo en mis manos.

SABIO-SEGÚN-EL-MUNDO — Ya me lo figuraba yo así. Uno de tantos imbéciles, que por meterse en cosas para ustedes demasiado elevadas, vienen a dar en tales dificultades, que les trastornan el seso, y los arrastran a aventuras desesperadas para lograr una cosa que ni aun saben lo que es.

CRISTIANO — Pues yo por mi parte sé muy bien lo que quiero, es echar de mí tan pesada carga.

SABIO-SEGÚN-EL-MUNDO — Lo comprendo, sí; pero, ¿por qué has de buscarlo por un camino tan peligroso, cuando yo puedo enseñarte otro sin ninguna de tales dificultades? Ten un poquito de paciencia y óyeme: mi remedio está a la mano, y en él, en lugar de peligros, hallarás seguridad, amigos y satisfacciones.

CRISTIANO — Háblame, pues, pronto, señor, que se lo pido con mucha necesidad.

SABIO-SEGÚN-EL-MUNDO — Mira: en ese pueblo próximo que se llama Moralidad ad, vive un caballero de mucho juicio y grande reputación, llamado Legalidad, muy hábil para ayudar a personas como tú, habilidad que tiene acreditada con muchos; sobre esto tiene también suerte para curar a personas tocadas en su cerebro. Ve a él, te aseguro un pronto y fácil alivio. Su casa dista escasamente un cuarto de legua, y si el no estuviese, tiene un hijo, joven muy aventajado, cuyo nombre es Urbanidad, y que podrá servirte tan bien como su mismo padre. No dudes en ir allá. Y si no estás dispuesto como no debes estarlo, a volver a tu ciudad, puedes hacer venir a tu mujer y tus hijos, pues hay en ese pueblo las casas vacías, y puedes tomar una de ellas a precio muy barato. Otra cosa muy buena encontrarás ahí: vecinos honrados, de buen tono y de finos modales. La vida también muy barata.

Cristiano, al oír esto, estuvo por algunos instantes, indeciso, más pronto le vino este pensamiento: si es verdad lo que se me acaba de decir, la prudencia manda seguir los consejos de este caballero. Dijo, pues, a sabio-según-el-mundo:

CRISTIANO — ¿Cuál es el camino que lleva a la casa de ese hombre?

SABIO-SEGÚN-EL-MUNDO — Mira, tendrás que pasar por esa montaña alta, y la primera casa que encuentres es la suya.

Cristiano torció inmediatamente su camino para ir a la del Sr. Legalidad en busca de Auxilio Nunca lo hubiera hecho. Cuando llegó al pie de la montaña, le pareció tan alta y tan pendiente, que tuvo miedo en avanzar, no fuese que se desplomase sobre su cabeza; se paró sin saber que partido tomar. Entonces también sintió más que nunca lo pesado de su carga, a la vez que vio salir de la montaña relámpagos y llamas de fuego, que amenazaban devorarle. Le asaltaron, pues, grandes temores y se estremeció de terror. — ¡Ay de mí!—exclamaba—. ¿Por qué habré hecho caso de los consejos de sabio-según-el-mundo-? Y cuando era presa de estos temores y remordimientos vio a Evangelista que se le acercaba. ¡Qué vergüenza! ¡Qué estremecimiento sintió en todo su ser, al ver la severa mirada de Evangelista!, quien le interpeló así:

EVANGELISTA — ¿Qué haces aquí, Cristiano?

Cristiano no supo contestar; la vergüenza le tenía atada lengua.

EVANGELISTA — ¿No eres tú el hombre que encontré llorando fuera de los muros de la ciudad de Destrucción?

CRISTIANO — Sí, señor; yo soy.

EVANGELISTA — ¿Cómo, pues, tan pronto te has extraviado del camino que yo te señalé?

CRISTIANO — Así que hube pasado el Pantano del Desaliento me encontré con uno, que me persuadió de que en la aldea de enfrente hallaría un hombre que me quitaría mi carga. Parecía muy caballero, y tantas cosas me dijo, que me hizo ceder, y me vine acá; mas cuando llegué al pie de la montaña y la vi tan elevada y tan pendiente sobre el camino, de repente me detuve, temiendo que se desploma sobre mi Ese caballero me preguntó adonde iba, y se lo dije; también quiso saber si tenía yo familia, y le respondí afirmativamente; pero añadiéndole que esta tan pesada carga me impedía tener en ella el gozo que antes disfrutaba. A toda prisa, pues —me dijo—, es preciso que te deshagas de esa carga; y en lugar de ir en dirección de esa portezuela, donde esperas obtener instrucciones para ello, yo te indicaré un camino mejor y más derecho, y sin las dificultades con que tropezarías en el otro. Este camino añadió —te llevará a la casa de un hombre hábil en eso de quitar cargas. —Yo le creí, dejé el camino que usted me había marcado, y tomé éste; mas habiendo llegado aquí, tuve miedo al ver estas cosas, y no sé qué hacer.

EVANGELISTA — Detente un poco y oye las palabras del Señor. (Cristiano, en pie y temblando, escuchaba.)

"Mirad que no desechéis al que habla; porque si aquéllos no escaparon, que desecharon al que hablaba en la tierra, mucho menos escaparemos nosotros si desecháramos al que nos habla desde los cielos." "El justo vivirá por la fe; mas si se retirare, no agradará a mi alma." Y haciendo aplicación de estas palabras a Cristiano, dijo: —Tú eres ese hombre que vas precipitándote en tal miseria; has empezado a rechazar el consejo del Altísimo y a retirar tu pie del camino de la paz, hasta el punto de exponerte a la perdición.

Cristiano cayó entonces casi exánime a sus plantas, exclamando: — ¡Ay de mí, que soy muerto! — Al ver esto, Evangelista le asió de la mano, diciendo: —Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres. No seas incrédulo, sino FIEL

Repuesto algún tanto Cristiano, se levantó; pero siempre avergonzado y tembloroso delante de Evangelista, el cual añadió:

—Pon más atención a lo que voy a decirte: yo te mostraré quién era el que te engañó, y aquél a quien ibas dirigido. El primero se llama sabio-según-el-mundo, y con mucha razón, porque, en primer lugar, sólo gusta de la doctrina de este mundo, por lo cual va siempre a la iglesia de la villa de la Moralidad, y gusta de esa doctrina por­que le libra de la Cruz, y en segundo lugar, porque siendo de este temperamento carnal, procura pervertir mis caminos, aunque rectos. Por eso, tres cosas hay en el consejo de ese hombre, que debes aborrecer con todo tu corazón:

1º El haberte desviado del camino.

2º El haber procurado hacerte repugnante la Cruz.

3º El haberte encaminado por esa senda, que conduce a la muerte.

1° Debes odiar el que te haya extraviado del camino, y que tú hayas consentido en ello, porque eso era rechazar el consejo de Dios por el consejo del hombre. El Señor dice: "Procurad entrar por la puerta angosta". Era la puerta hacia donde yo te dirigí. "Porque estrecha es la puerta que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan". De esa puerta y del camino que a ella conduce te ha desviado ese malvado para llevarte al borde de tu ruina. Debes, pues, odiar su conducta, y odiarte también a ti mismo por haberle prestado oído.

2° Debes aborrecer el que haya procurado hacerte re­pugnante la Cruz, cuando debes preferirla a todos los tesoros de Egipto. Además, te ha dicho el Rey de la Gloria que "aquel que quiera salvar su vida, la perderá", y si "alguno quiere venir en pos de mí, y no aborrece a su padre y a su madre, a sus hijos y hermanos y hermanas, y aun su propia vida, no puede ser mi discípulo". Por esto te digo que un hombre que procura persuadirte de que es muerte aquello sin lo cual ha dicho la Verdad que no se puede obtener la vida eterna, debe ser para ti abominable.

3° Debes también aborrecer el que te haya encaminado a la senda que conduce al ministerio de muerte. Calcula, pues, si la persona a quien ibas dirigido sería capaz de librarte de tu carga.

Esa persona se llama Legalidad, y es hijo de la esclava que actualmente lo es y se halla en esclavitud con sus hijos; y que misteriosamente es ese monte Sinaí que tú has temido cayese sobre tu cabeza. Si, pues, ella y sus hijos están en servidumbre, ¿cómo puedes esperar que puedan ellos darte la libertad? ¡Ah!, nunca: no es quién Legalidad para librarte de tu carga. Ni ha librado hasta hoy a nadie, ni podrá nunca librarlo. No puedes ser justificado por las Obras de la Ley, porque por ellas ningún ser viviente puede ser librado de su carga. Debes saber que el Sr. sabio-según-el-mundo es un embustero, y el Sr. Legalidad otro semejante; y en cuanto a su hijo Urbanidad, a pesar de su afectada sonrisa, no es más que un hipócrita, incapaz de darte ayuda. Créeme, todo cuanto has oído a este insensato no es más que una asechanza para apartarte de la salvación, desviándote del camino en el que yo te había puesto.

Esto dijo Evangelista, y clamando en alta voz a los cielos, les pidió una confirmación de cuanto había dicho, y en el mismo momento salieron palabras y fuego de llamas de fuego del monte que pendía sobre Cristiano, de manera que se le erizaron los cabellos de espanto.

Las palabras decían. "Todos los que son de las obras de la ley, están bajo la maldición. Porque escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas que están escritas en el libro de la ley para hacerlas".

Al oír esto, Cristiano sólo esperaba la muerte y comenzó a gritar do dolorosamente: hasta maldecía la hora en que se encontró con sabio-según-el-mundo; llamándose mil veces loco; por haberle hecho caso. Se avergonzó también al pensar que los argumentos tan carnales de aquel hombre hubiesen prevalecido contra él, hasta el punto de hacerle abandonar el camino verdadero.

CRISTIANO — Señor, ¿hay todavía esperanza? ¿Puedo ahora retroceder, y dirigirme a la puerta angosta? ¿No seré abandonado por esto, y rechazado de allí con vergüenza? Me arrepiento de haber tomado el consejo de aquel hombre. ¿Podré obtener el perdón de mi pecado?

EVANGELISTA — Tu pecado es muy grande porque has hecho dos cosas malas. Has abandonado el buen camino y has andado en veredas prohibidas. Sin embargo, el que está a la puerta te recibirá, porque tiene buena voluntad para con todos. Solamente ten cuidado de no extraviarte de nuevo, no sea que el Señor se enoje y perezcas en el camino cuando se encendiere su furor.

Entonces Cristiano empezó a separarse para retroceder; y Evangelista, sonriendo lo besó y lo despidió, diciendo:

—El Señor te guíe.

Con esto Cristiano echó a andar a buen paso, sin hablar a nadie, ni contestar las preguntas que se le hacían en el camino. Iba como uno que anda por terreno vedado, sin creerse seguro hasta llegar al camino que había dejado por el consejo de sabio-según-el-mundo.

El progreso del peregrino - Capítulo IV

CAPITULO IV

Después de algún tiempo Cristiano llegó a la puerta, sobre la cual estaba escrito: "Llamad y se os abrirá". Llamó, pues, varias veces diciendo:

— ¿Se me permitirá entrar? ¡Abrid a un miserable pecador, aunque he sido un rebelde y soy indigno! ¡Abrid y no dejaré de cantar sus eternas alabanzas en las alturas!

AI fin vino a la puerta una persona seria, llamada Buena Voluntad, le preguntó:

— ¿Quién está allí? ¿de dónde viene? ¿qué quiere?

CRISTIANO — Soy un pecador abrumado. Vengo de la Ciudad de Destrucción, mas voy al monte de Sión para ser librado de la ira venidera; y teniendo noticia de que el camino pasa por esta puerta, quisiera saber si me permitirán entrar.

BUENA VOLUNTAD — Con mucho gusto.

Diciendo esto, le abrió la puerta y cuando Cristiano estaba entrando Buena Voluntad le dio un tirón hacia sí. Entonces preguntó Cristiano:

— ¿Qué significa esto?

El otro le contestó:

—A poca distancia de esa puerta hay un castillo fuerte del cual Belcebú es el capitán: él y los suyos tiran de flechazos a los que llegan a esta puerta, para ver si por casualidad pueden matarlos antes de que estén dentro.

Entonces dijo Cristiano:

—Me alegro y tiemblo a la vez.

Tan luego que estuvo dentro, el hombre le preguntó quién lo había dirigido allí.

CRISTIANO — Evangelista me mandó venir aquí, y llamar, como hice: y me dijo que usted me diría lo que debía yo hacer.

BUENA VOLUNTAD — Una puerta abierta está delante de ti, y nadie la puede cerrar.

CRISTIANO — ¡Qué ventura! Ahora empiezo a recoger el fruto de mis peligros.

BUENA VOLUNTAD — Pero, ¿cómo es que viniste solo?

CRISTIANO — Porque ninguno de mis vecinos vio su peligro como yo vi el mío.

BUENA VOLUNTAD — ¿Ninguno de ellos supo de tu venida?

CRISTIANO — Sí, señor; mi mujer y mis hijos fueron los primeros que me vieron salir, y me gritaron para que volviese. También varios de mis vecinos hicieron lo mismo, pero me tapé los oídos y seguí mi camino.

BUENA VOLUNTAD — Y ¿ninguno de ellos te siguió para persuadirte?

CRISTIANO — Sí, señor; Obstinado y Flexible; mas cuando vieron que no podían lograrlo, Obstinado se volvió enojado; pero Flexible vino conmigo un poco más en el camino.

BUENA VOLUNTAD — ¿Pero por qué no siguió hasta aquí?

CRISTIANO — Vinimos juntos hasta llegar al Pantano de la Desconfianza en el que ambos caímos de repente. Entonces mi vecino Flexible se desanimó, y no quiso pasar delante. Saliendo pues del pantano por el lado más próximo a su casa, me dijo que me dejaba poseer solo el dichoso país: así se fue él por su camino y yo me vine por el mío: él siguió a Obstinado y yo seguir hacia esta puerta.

BUENA VOLUNTAD — ¡Ah pobre hombre! ¿Es la gloria celestial de tan poca estima para él, que no la considera digna de correr unas pocas dificultades para obtenerla?

CRISTIANO — Ciertamente le he dicho a usted la verdad con respecto a Flexible, pero si dijese yo también la verdad con respecto a mi, poca diferencia vería usted entre los dos. Flexible, es verdad, volvió a su casa, pero yo dejé el camino bueno para irme en el de la muerte, porque así me persuadió un tal señor sabio-según-el-mundo, con sus argumentos carnales.

BUENA VOLUNTAD — Conque, ¿te encontraste con él? Y quería hacerte buscar alivio de las manos del señor Legalidad sin duda. Ambos son embusteros. Pero ¿seguiste su consejo?

CRISTIANO — Sí, hasta donde tuve valor, fui en busca del señor Legalidad. Cuando estuve cerca de su casa creí que se me venía encima el cerro que estaba allí: y esto me hizo parar.

BUENA VOLUNTAD — Aquel monte ha causado la muerte de muchos, y causará todavía la muerte de muchos más. Bien, escapaste de ser aplastado.

CRISTIANO — Por cierto no sé lo que hubiera sido de mí en mi perplejidad si Evangelista por fortuna no me hubiera encontrado otra vez, pero por la misericordia de Dios él llegó a mí, de otra manera no hubiera llegado acá. Mas he venido tal como soy, que merezco más ser aplastado por aquel cerro, que estar hablando con mi Señor. ¡Oh! ¡Cuan grande es la no merecida honra de ser admitido aquí!

BUENA VOLUNTAD — Aquí no se ponen dificultades a nadie, quienquiera que haya sido; ninguno es echado fuera. Por tanto, buen Cristiano, ven conmigo un poco y te enseñaré el camino que debes seguir. Mira adelante: ¿Ves ese camino angosto? Pues por ese camino has de ir. Fue compuesto por los patriarcas, profetas, Cristo y sus apóstoles; y es tan recto como una regla. Este es el camino que tienes que seguir.

CRISTIANO — ¿No hay vueltas o rodeos que le hagan a un forastero perder la dirección del camino?

BUENA VOLUNTAD — Sí, hay muchos caminos que cruzan con éste, y son tortuosos y anchos: más en una cosa puedes distinguir el bueno del malo, porque el bueno es el único recto y angosto.

Entonces vi en mi sueño, que Cristiano le preguntó si no podía aliviarlo de su carga; porque todavía llevaba ese peso, y no podía de ninguna manera quitárselo.

Buena Voluntad le contestó:

—Con respecto a, tu carga, debes conformarte a llevarla hasta que llegues al lugar de alivio; pues se caerá de tus hombros por sí misma.

Cristiano ahora ciñó sus lomos y se preparó para el camino. El otro le dijo que a poca distancia de la puerta, llegaría a la casa del Intérprete y que allí debía llamar para que le enseñaran cosas notables y buenas. Con esto Cristiano se despidió de su amigo el cual le deseó buen viaje y la compañía del Señor.

EL progreso del peregrino - Capítulo V

CAPITULO V

Cristiano siguió su camino hasta que llegó a la casa del Intérprete, donde llamó varias veces. Al fin alguien acudió al llamamiento y le preguntó quién era.

CRISTIANO — Soy un viajero enviado acá por un conocido del buen dueño de la casa.

Llamaron, pues, al señor de la casa, el cual en poco tiempo vino a Cristiano, y le preguntó qué cosa quería.

CRISTIANO — Señor he venido de la Ciudad de Destrucción, y voy caminando al Monte de Sión. El hombre que está de portero a la puerta que da entrada a este camino, me dijo que si pasaba yo por aquí, usted me enseñaría cosas buenas y provechosas para mi viaje.

INTERPRETE — Pasa adentro; y te mostraré lo que te será de provecho.

Mandó a su mozo encender una luz e invité a Cristiano a que le siguiese. Conduciéndole a un cuarto privado, el Intérprete mandó al criado que abriese la puerta, lo cual hecho, Cristiano vio colgado en la pared un cuadro que representaba una persona venerable, con los ojos levantados al cielo, el mejor de los libros en sus manos, la ley de la verdad escrita en sus labios, y la espalda vuelta al mundo. Se hallaba de pie, en el ademán de razonar con los hombres, y una corona de oro se veía en su cabeza.

CRISTIANO — ¿Qué significa esto?

ÍNTERPRETE — El hombre representado en esta pintura es uno entre mil. Uno que puede decir en las palabras del apóstol: "Aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tenéis muchos padres; porque en Cristo Jesús yo os engendré por el Evangelio". Y como lo ve» con los ojos mirando al cielo, el mejor de los libros en sus manos, y la ley de la verdad escrita en sus labios, es para enseñarle que su misión es saber y explicar las cosas profundas a los pecadores: está en pie como para suplicar a los hombres. El tener la espada vuelta al mundo y una corona en la cabeza, es para hacerte entender que con despreciar y hacer poco caso de las cosas presentes, por amor al servicio de su Señor tendrá la corona como premio en el mundo venidero.

Te he enseñado este cuadro primero —añadió el Intérprete—, porque el hombre en él representado, es el único autorizado por el Señor del lugar que buscas, para que sea tu guía en todos los lugares difíciles que has de encontrar: por lo tanto pon cuidado a lo que has visto, no sea que en el camino te encuentres con alguno que con pretexto de dirigirte bien, te encamine a la muerte.

En seguida el intérprete tomó a Cristiano de la mano y lo condujo a una sala grande, llena de polvo, porque nunca había sido barrida. Después de que la hubieron examinado un poco de tiempo el intérprete mandó a uno que la barriese. Luego que comenzó a barrer, el polvo se levantó en nubes tan densas que Cristiano estuvo a punto de sofocarse. Entonces el intérprete llamó a una criada que estaba cerca:

—Trae agua y rocía la sala.

Hecho esto ya fue barrido sin dificultad.

CRISTIANO — ¿Qué significa esto?

ÍNTERPRETE — Esta sala es como el corazón del hombre que nunca fue santificado por la dulce gracia del Evangelio. El polvo es su pecado original y su corrupción interior que ha contaminado todo el hombre. El que comenzó a barrer al principio es la ley; pero aquella que trajo el agua y roció la sala, es el Evangelio. —Y como viste que tan pronto como el primero comenzó a barrer, el polvo se levantó de tal manera que era imposible limpiar la sala y estuviste a punto de. sofocarte; esto es para enseñarte que la Ley en lugar, de limpiar el corazón de pecado, lo hace revivir, le da más fuerza y lo aumenta en el alma, por la razón de que la Ley descubre el pecado y lo prohíbe sin poder vencerlo. Y como viste que la moza roció la sala con agua y así se facilitó el barrerla; es para demostrarte que cuando el Evangelio entre en el corazón con sus influencias tan dulces y preciosas, el pecado es vencido y subyugado, y el alma queda limpia por la fe, por tanto, apta para que habite en ella el Rey de Gloria.

Vi también en mi sueño que el Intérprete tomó a Cristiano de la mano, y le condujo a un pequeño cuarto donde estaban dos niños, sentados cada uno en su silla. El nombre de uno era Pasión, y el del otro Paciencia. Pasión parecía estar muy descontento, mas Paciencia estaba muy tranquilo. Entonces preguntó Cristiano:

— ¿Por qué está descontento Pasión?

El Intérprete contestó diciendo:

—El ayo quiere que Pasión espere hasta el principio del año venidero para recibir sus mejores cosas; mas Pasión todo lo quiere al momento. Paciencia al contrario, está resignado a esperar.

Luego vi que vino un hombre a Pasión y le trajo un saco de tesoros y lo vació a sus pies, y el niño los recogió con gusto y se divirtió con ellos, haciendo burla al propio tiempo de Paciencia. Más vi que en poco tiempo todo lo había desperdiciado y no le quedaron más que andrajos.

CRISTIANO — Explíqueme usted, señor Intérprete, el significado de esto.

ÍNTERPRETE — Estos dos muchachos son figuras: Pasión, de los hombres de este mundo, y Paciencia de los del venidero; porque como has visto que Pasión todo lo quiere en este mismo año, es decir, en este mundo, así son los hombres mundanales; quieren gozar de todas sus cosas buenas en esta vida y no pueden esperar hasta la vida venidera. Aquel dicho: "un pájaro en la mano vale más que cien volando", les es de más autoridad que todo el testimonio Divino sobre los bienes del mundo venidero. Mas como viste que él pronto malgastó todo, y nada le quedó sino andrajos, lo mismo sucederá con tales hombres en el fin de este mundo.

CRISTIANO — Veo que Paciencia tiene la mejor sabiduría, y eso por dos razones: primero, porque espera para recibir sus cosas buenas; y segundo, porque él recibirá sus tesoros cuando el otro no tendrá más que andrajos, por haber malgastado lo que tenía.

ÍNTERPRETE — Y bien puedes agregar otra razón, a saber, la gloria del mundo venidero nunca se acabará; mientras que los bienes de este mundo se desvanecerán pronto. Por lo tanto Pasión, aunque recibió sus buenas —cosas desde luego, tenía menos razón de reírse que Paciencia, puesto que este recibirá sus tesoros al fin. Así el primero tiene que ceder paso a lo que viene después, cuando llegue la hora; mas lo que es último no cede paso a nada; porque nada hay que le siga. Por esta razón el que recibe su parte al último de todos, lo tendrá para siempre. El que tiene su porción al presente, con el tiempo la va gastando hasta que no le queda nada; el que tiene al fin, la tendrá para siempre, porque no habrá más tiempo que se la gaste. Así se dijo al rico avariento: "Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; mas ahora él es consolado aquí y tú atormentado."

CRISTIANO — Según esto no es lo mejor afanarse por las cosas presentes, sino poner la esperanza en las venideras.

INTÉRPRETE — Esa es la verdad: "Las cosas que se ven son temporales; mas las que no se ven son eternas". Pero sucede, desgraciadamente, que teniendo tanta conexión entre sí las cosas presentes y nuestros apetitos carnales, se hacen muy pronto amigos; lo cual no pasa con las cosas venideras, que están a tanta distancia del sentido de la carne.

Después de esto, tomando Intérprete de la mano a Cristiano, lo introdujo en un lugar donde había fuego encendido junto a la pared, y uno echando agua sin cesar con intento de apagarle; mas el fuego continuaba cada vez más vivo y con mayor intensidad. Sorprendido de esto nuestro hombre, preguntó su significado, y entonces Intérprete respondió: —Ese fuego representa la obra de la gracia en el corazón, y ese que ves echando agua es Satanás; pero su intento es vano. Ven conmigo y comprenderás por qué en lugar de extinguirse el fuego se hace cada vez más vivo. ¿Ves esa otra persona? Continuamente está echando aceite en el fuego, aunque secretamente, y de esa manera le da cada vez más cuerpo. Esa persona es Cristo, que con el óleo de su gracia mantiene la obra comenzada en el corazón, a pesar de los esfuerzos del Demonio. Y el estar detrás de la pared te enseña que es difícil para los tenta­dos ver cómo esta obra de la gracia se mantiene en el alma.

En seguida llevó a Cristiano a un sitio muy delicioso, donde había un soberbio y bellísimo palacio, en cuya azotea había algunas personas vestidas de oro y a cuya puerta vio una gran muchedumbre de hombres, muy deseosos, al parecer, de entrar; pero que no se atrevían. Vio también a poca distancia de la puerta un hombre sentado a una mesa, con un libro y recado de escribir, y tenía el encargo de ir apuntando los nombres de los que entraban. Además vio en el portal muchos hombres armados para guardar la entrada, resueltos a hacer todo el daño posible a los que intentasen entrar. Mucho sorprendió esto a Cristiano; pero su asombro subió de punto al observar que mientras todos retrocedían, por miedo a los hombres armados, uno que llevaba retratada en su semblante la intrepidez se acercó al que estaba sentado a la mesa, diciéndole: "Apunte usted mi nombre", y luego desenvainando su espada y con la cabeza resguardada por un yelmo acometió por medio de los que estaban puestos en armas, y a pesar de la furia infernal con que se lanzaron sobre él, empezó a repartir denodadamente tajos y golpes. Su intrepidez fue tal que, aunque herido y habiendo derribado a muchos que se esforzaban desesperadamente por detenerle, se abrió paso y penetró en el palacio, a tiempo que los que habían presentado la lucha desde la azotea, le vitoreaban, diciéndole: "Entrad, entrad y lograréis la gloria eterna." Después de lo cual le recibieron gozosos en su compañía y le vistieron con vestiduras resplandecientes, semejantes a las suyas.

—Todo esto lo comprendo—dijo entonces Cristiano sonriéndose—: dame ahora permiso para continuar mi camino.

—No —le respondió Intérprete—; aún tengo que mostrarte algunas cosas. —Y tomándole de la mano le llevó a un cuarto oscuro, donde había un hombre encerrado en tina jaula de hierro. Su semblante revelaba profunda tristeza; sus ojos estaban fijos en la tierra; sus manos cruzadas, al mismo tiempo que profundos suspiros y gemidos indicaban la tortura de su corazón.

— ¿Qué es esto?—dijo asombrado Cristiano.

— Pegúntaselo a él mismo —le respondió Intérprete.

CRISTIANO — ¿Quién eres tú?

ENJAULADO — ¡Ah! En otro tiempo hice profesión de cristiano, y prosperaba y florecía a mis propios ojos y a los ojos de los demás. Me creía destinado a la Ciudad Celestial, y esta idea me llenaba de grande regocijo. Pero ahora soy una criatura de desesperación; encerrado en esta jaula de hierro, no puedo salir, ¡ay de mí!, no puedo salir.

CRISTIANO — Pero ¿cómo has llegado a este estado tan miserable?

ENJAULADO — Dejé de velar y de ser sobrio, solté la rienda a mis pasiones, pequé contra lo que clara y expresamente manda la palabra y bondad del Señor; entristecí al Espíritu Santo, y éste se ha retirado; tenté al Diablo, y vino a mí; provoqué la ira de Dios, y el Señor me ha abandonado; mi corazón se ha endurecido de tal manera, que ya no puedo arrepentirme.

CRISTIANO — ¿Pero no hay remedio ni esperanza para ti? ¿Habrás de estar encerrado siempre en esa férrea jaula de desesperación? ¿No es infinitamente misericordioso el Hijo bendito del Señor?

ENJAULADO — He perdido toda esperanza. He crucificado de nuevo en mí mismo al Hijo de Dios, he aborrecido su persona, he despreciado su justicia, he profanado su sangre, he ultrajado al Espíritu de gracia; he aquí por qué me considero destituido de toda esperanza, y no me restan sino las amenazas terribles de un juicio cierto y se­guro, y la perspectiva de un fuego abrasador, de cuyas llamas he de ser pasto. A este estado me han traído mis pasiones, los placeres e intereses mundanos, en cuyo goce me prometí en otro tiempo muchos deleites, pero que aho­ra me atormentan y me corroen como un gusano de fuego.

INTÉRPRETE — Pero, ¿no puedes aún al presente volverte a Dios y arrepentirte?

ENJAULADO — Dios me ha negado el arrepentimiento; en su palabra no encuentro ya estímulo para creer; es el mismo Dios el que me ha encerrado en esta jaula, y todos los hombres del mundo juntos no me podrán sacar de ella. ¡Oh, eternidad, eternidad! ¿Cómo podré yo luchar con la miseria que me espera en la eternidad?

INTÉRPRETE — Cristiano, nunca eches en olvido la miseria de este hombre; que te sirva siempre de escarmiento y de aviso.

CRISTIANO — ¡Terrible es esto! Concédame el Señor su auxilio para velar y ser sobrio, y pedirle que no permita el que yo llegue algún día a ser presa de tamaña miseria. Pero, Señor, ¿no le parece a usted que ya es tiempo de que yo me marche?

INTÉRPRETE — Aún no. Tengo una cosa más que mostrarte.

Y tomándole de la mano lo pasó a una habitación, donde se veía a uno, en el acto de levantarse de la cama, y que, según se iba vistiendo, se estremecía y temblaba. Intérprete no quiso explicar por sí mismo el significado de esto, sino que mandó al que se vestía que la diese, el cual dijo así:

— Esta noche he soñado que tinieblas espantosas se difundían por todo el cielo, al mismo tiempo que se sucedían tales y tan terribles relámpagos y truenos, que me pusieron en la mayor agonía. Vi también que las nubes chocaban violentamente unas contra otras, agitadas por un impetuoso huracán. Vi un hombre, sentado en una nube, acompañado de millares y millares de seres celestiales, todos en llamas de fuego; los cielos parecía que estaban ardiendo como un horno, y al mismo tiempo oí la voz de una terrible trompeta, que decía: "Levantaos, muertos, y venid a juicio"; en el mismo momento vi que las rocas se hendían, se abrieron los sepulcros y salieron los muertos en ellos encerrados, unos levantando muy contentos los ojos al cielo, y otros, avergonzados, buscando esconderse debajo de las montañas. Entonces vi al hombre de la nube abriendo el libro y mandando que todos se aproximasen a él; pero a una respetuosa distancia, cual suele haber entre el juez y los reos que por él van a ser juzgados, pues de la nube salía fuego que no permitía a ninguno acercarse a ella. En seguida oí al hombre de la nube que intimaba a sus servidores: "Recoged la cizaña, la paja y la hojarasca, y arrojadlo todo al lago ardiendo". Y en el mismo instante, precisamente cerca de donde yo me hallaba, se abrió el abismo, de cuya boca salían con horrible ruido nubes espantosas de humo y carbones encendidos. Luego volvió a decir: "Allegad mi trigo en el alfolí"; y en­tonces muchos fueron arrebatados por las nubes, pero yo quedé donde estaba. En esto yo buscaba donde escon­derme; pero no me era posible, porque los ojos del hombre de la nube estaban fijos en mí; entonces mis pecados se amontonaron en mi memoria y mi conciencia me acusaba por todas partes, y con esto me desperté.

CRISTIANO — Pero, ¿y por qué tanto temor a la vista de todo esto?

HOMBRE — Porque creí que el día del juicio había llegado, y yo no estaba preparado para él; pero más aún: porque al ver a los ángeles recoger a muchos, me dejaron a mí, y precisamente a la boca del abismo; al mismo tiempo mi conciencia me atormentaba, pareciéndome que el Juez tenía en mí fijos sus ojos y su rostro lleno de indignación.

Entonces dijo Intérprete a Cristiano: — ¿Has considerado bien todas estas cosas?

CRISTIANO — Sí, y me infunden temor al par que esperanza.

INTÉRPRETE — Grábalas, pues, en tu memoria, y sean ellas un estímulo para que continúes avanzando en el camino que debes seguir. Marcha ya; el Consolador te acompañe, y sea él siempre el que dirija tus pasos hacia la ciudad.

Cristiano marchó, y por el camino repetía sin cesar estas palabras: —Cosas muy grandes y muy provechosas acabo de ver; al par que terribles, son también para mí de mucho aliento. Quiero pensar siempre en ellas, que no en balde se me han enseñado. Gracias al buen Intérprete, que ha sido tan bondadoso conmigo.