viernes, 17 de agosto de 2007

Un duro mensajero (anónimo)












UN MENSAJE DURO



A continuación queremos ocuparnos del tema "El infierno bíblico", y responder a la pregunta: ¿Qué entiende la Biblia por "infierno"? Al ponderar este asunto, mi corazón está siendo conmovido por dos pensamientos importantes. Al pensar sobre el futuro de los hijos de Dios, mi corazón arde, pues ellos pasarán la eternidad en el cielo; y es con gran gozo que esperamos las maravillosas revelaciones prometidas en la Escritura, que tienen validez para todos los seres humanos que son salvos por la fe en Jesucristo.Pero cuando leemos con atención todas la demás revelaciones de la Escritura que hablan del eterno destino de los perdidos y condenados, y cuando leemos lo que la Biblia dice sobre el infierno, entonces nuestro corazón es estremecido por el temor.

Es con una tremenda seriedad que la Biblia sobre ese lugar al cual da por nombre "infierno". La escritura lo denomina también "el lago de fuego", el "lugar de perdición" para los que no son salvos, o, también, "el lugar de tinieblas".Debo admitir que pasé por una dura lucha interior antes de atreverme a escribir sobre este tema. Desearía poder creer que no existe infierno para los malos. Desearía no tener que predicar jamás sobre el tema terrible. Preferiría más bien hablar sobre el amor de Dios. ¡Cuán feliz me sentiría si no tuviera que hablar acerca de la ira de Dios que está sobre los pecadores! Debo confesar que traté de hacerlo, y me esforcé para no hablar jamás sobre este hecho.

No hay otra opción para el predicador.
El predicador del evangelio no tiene otra opción en estas cosas. Tiene que anunciar todo el designio de Dios, y todo lo que la Palabra de Dios contiene, a los seres humanos. La seria advertencia anunciada por el profeta Ezequiel resonaba en mis oídos hasta que me decidí a obedecerla.

Ezequiel 3:17-18 Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano.

Esto bastó para convencerme. En aquel momento le prometí al Señor, invocando Su ayuda, dedicar todas mis fuerzas a exhortar a mi prójimo y mantener mis manos puras y sin mancha. Por las siguientes cuatro razones es que escribo sobre el infierno:
1.- Es una indudable revelación de la Escritura.
2.- Dios nos mandó exhortar a las personas con referencia al infierno.
3.- Ya que en los púlpitos no se habla casi nada sobre este hecho, es una necesidad obligatoria levantar la voz en cuanto a este serio asunto.
4.- El infierno es una necesidad moral en un concepto moral del mundo.
Primeramente nos damos cuenta de que la Escritura habla de un lugar en que los malos, los que no se arrepintieron y los que rechazan a Cristo y lo desprecian, tienen que pasar la eternidad; lo denomina de varias maneras: el lago de fuego, la muerte segunda, el lugar de tinieblas, el lugar preparado para el diablo y sus ángeles y otros nombre parecidos. Pero todos son resumidos en la palabra "infierno".
Esta palabra, como tal aparece 53 veces en nuestra Biblia. La hallamos 32 veces en el Antiguo y 21 veces en el Nuevo Testamento. Debemos añadir que la palabra "infierno" que tenemos en nuestras Biblias es una traducción de por lo menos tres palabras hebreas distintas.
Siempre que esta palabra aparece en el Antiguo Testamento, aparece en la forma "Sheol", y no se refiere al infierno, sino que describe el lugar donde eran guardadas las almas de los muertos hasta la resurrección de Jesucristo. En el nuevo Testamento la palabra "infierno" aparece 21 veces, pero al menos en 10 ocasiones se trata de una traducción de la palabra "Hades".
Esta palabra "Hades" es del griego, y tiene el mismo sentido de la palabra hebrea "Sheol"; ambas palabras describen el lugar donde se encuentran los muertos no salvos. En esos 10 versículos bíblicos del Nuevo Testamento en los cuales aparece la palabra "infierno", no se habla, pues, del lugar de eterna condenación de los perdidos sino del pasajero "Sheol-Hades", donde los perdidos son guardados hasta el día del juicio, en que también el "Sheol-Hades" será puesto en el eterno lago de fuego.
"Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda". Apocalipsis 20:14

Las almas de los perdidos están ahora en el Hades. Al final del reino de Jesucristo, en la segunda resurrección, ellos resucitarán para ser lanzados, después del juicio, en alma y cuerpo al lago de fuego. Es, pues, importante que distingamos entre el pasajero lugar intermedio llamado "Sheol-Hades", donde los perdidos se encuentran en el presente, y el "infierno", o lugar de eterna condenación.

Ya que estamos hablando de este hecho, tenemos que contemplar aún otra palabra que aparece una sola vez en la Biblia, y que también fue traducida como "infierno". Está en la segunda epístola de S. Pedro.
"Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio..." (II Pedro 2:4).
Aquí Dios nos da una explicación concerniente a los ángeles caídos, quienes fueron arrojados al infierno. Pero, aquí tampoco la palabra fue traducida en completa concordancia con el sentido del texto original griego. En griego se lee la palabra "tartaroo". y ésta no significa "lago de fuego" sino otro lugar especial en donde Dios reserva al grupo de ángeles caídos hasta aquel día en que ellos serán arrojados al lago de fuego junto con su líder, Satanás. Apocalipsis 20:10.
En otros versículos bíblicos del Nuevo Testamento donde aparece la palabra "infierno", se trata de la traducción de la palabra griega "Gehenna". Repito que la palabra "infierno" aparece 53 veces en nuestra Biblia. Pero, en la mayoría de los casos en que aparece en el Nuevo Testamento, figura la palabra "Gehenna", y debería haber sido traducida como "Hades", y no como "infierno". En la 2da Epístola de Pedro, el versículo que contiene la palabra "tartaroo" tampoco debe traducirse "infierno", pues no sirve para describir el lago de fuego.

JESÚS USA ESTA PALABRA 10 VECES
En 11 lugares del Nuevo Testamento hallamos la palabra "infierno" correctamente traducida del texto original, refiriéndose al lugar de la eterna condenación. Es admirable que esta seria palabra fue pronunciada diez veces por los labios de Jesús por Aquél que era la mansedumbre en persona, y una sola vez por otro, Santiago, en el capítulo 3, versículo 6 de su epístola. Subrayo especialmente el hecho de que la palabra "Gehenna" que se traduce infierno salió diez veces de la boca de Jesús, del Salvador, que es tan amoroso, misericordioso y manso, y que había venido a salvar a los hombres de la eterna perdición.
En dos ocasiones menciona el Señor esta palabra en su sermón del monte. A esta altura debemos hacer mención de este hecho con toda seriedad, ya que la teología moderna niega la existencia del infierno.
Siempre se dice de nuevo que Dios es amor, que es gentil, misericordioso, paciente, y que jamás se le ocurriría lanzar a lo que El creó a un lago de fuego. ¡Cuántas veces se nos repite que no deberíamos predicar sobre juicio, pecado, condenación y eterna perdición, describiendo estas cosas como doctrina pagana de la edad media, un vestigio de una época oscura y del politeísmo pagano.
Se nos dice que hacemos mejor en predicar sobre las bienaventuranzas, sobre el dorado camino del medio, y el Sermón del monte. Muchas veces somos advertidos con estas palabras. Pero deberíamos predicar también sobre el hecho del infierno, pues las dos primeras veces que esta palabra aparece en el Nuevo Testamento fue dicha por el Salvador mismo, y sobre el monte (Mateo 5:22,29).

EL INFIERNO ES UN HECHO
El infierno es un hecho terrible. Podemos rebelarnos contra el infierno, podemos tratar de negarlo...pero sigue siendo un hecho. Desearía poder creer que no existe ningún lugar de eterna condenación, pero si lo creyera, tendría que echar fuera mi Biblia y declarar a Jesús un engañador; podría también transgredir todas la leyes, y debería cesar de creer en un Dios santo y justo.
Si no hubiera una sentencia eterna de la cual uno debe ser salvado, entonces sería innecesaria la venida del Salvador, Su muerte sería un juicio equivocado de parte de Dios, y la Biblia un libro de cuentos oscuros y atemorizantes, un libro lleno de pesimismo.
Si no existe un infierno, cada predicador del evangelio que amonesta a sus oyentes hablando de la ira venidera de Dios es un miserable pobrecito a quien deberían hacer callar para siempre. Pero si Dios y la Biblia siguen teniendo razón, y si la existencia del infierno es un hecho, aquéllos que no levantan su voz en advertencia para amonestar a la gente de la ira venidera de Dios, no pasan de ser miserables e infieles traidores de su prójimo, y desobedientes a Dios y Su palabra.
Pero si piensas que estas palabras son demasiado dramáticas, permíteme que te recuerde las palabra del comienzo de este capítulo: "Mas os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada pueden hacer. Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquél que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; si, os digo, a éste temed".
O, escucha también lo que Jesús dice en otro lugar:"Y no temáis a los que matan el cuerpo, más al alma no pueden matar; temed más bien a aquél que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno" (Mateo 10:28)

Estas palabra del Salvador, o son verdaderas o no lo son. Una u otra cosa. Si no son verdaderas, entonces el Señor se equivocó y no tiene sentido seguir llevando una Biblia con nosotros. Pero estas palabras son la pura verdad, son palabras de Dios. Jesús mismo ha dicho estas palabras, y por eso yo -como siervo de Dios- no puedo hacer otra cosa que exclamar: "Apúrate, date prisa, apúrate, huye de la ira venidera de Dios antes de que sea demasiado tarde para siempre!"
No puedo sino pensar en esas palabras del profeta Ezequiel que todavía resuenan en mi alma: "Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tu no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de su mano" Ezequiel 3:18.
¡Oh, Dios mío, ayúdame a mantener mis manos limpias de la sangre de mi prójimo!
Permíteme que te diga ahora cómo puedes escapar de este horrible destino de la eterna condenación. Dios dice que El no quiere que nadie se pierda. Ha preparado un camino para que podamos escapar de todo eso, por medio de Su Hijo Jesucristo. Jesús, el Hijo de Dios, murió en la cruz y resucitó de entre los muertos para salvarnos del juicio de la eterna perdición. Su palabra lo dice muy claramente: "De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, más ha pasado de muerte a vida" (Juan 5:24)

LA VERDAD SOBRE LA CUAL TODOS CALLAN
"Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? Más él enmudeció. Entonces el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y manos y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes" (Mateo 22:12-13)
La palabra de Dios, y Jesús mismo, enseñan -sin contradicción y sin permitir que quepan dudas- que, tan ciertamente como existe un cielo para los salvos, existe también un infierno para los perdidos. Es una exigencia ineludible de la Escritura hablar sobre este impopular tema. Justamente, por ser esta verdad tan impopular y desagradable, es que callan acerca de ella en la mayoría de los púlpitos, y en muchas iglesias evitan este tema por pertenecer justamente a esas verdades desagradables que prefieren no tocar.
Se escucha la palabra "infierno" con mucha más frecuencia en las calles, trenes, omnibuses, oficinas, etc. que desde los púlpitos de las iglesias. La gente impía, al jurar, usa esta palabra más a menudo que muchos predicadores en la iglesia. Allí donde deberían usarla, se esfuerzan por evitarla.

UN TRUCO SATÁNICO
Es un peligroso truco del diablo, nuestro mayor enemigo, quitar de los corazones de las personas el temor de Dios y el temor del infierno. Se nos dice con palabras llanas: "No prediquen sobre el juicio, no atemoricen a la gente con la predicación sobre un Dios que tiene ira. Háblenles de un Dios de amor, hablen de su bondad y de la dignidad de los seres humanos, hablen sobre la paternidad general de Dios". Pero esto no altera la Palabra de Dios.
Tampoco puede alterar la realidad de la cual hablamos. El infierno tal vez ha cesado de infundir temor en muchos, pero sin embargo no ha perdido nada de su realidad. El infierno sigue siendo un hecho bíblico claramente descrito en la Palabra de Dios.
Recientemente me escribió un amigo mío, comunicándome: "Estoy muy sorprendido de que un hombre como usted, una persona científica y muy culta, pueda seguir creyendo en una cosa tan pasada de moda, no probada y procedente del tiempo del paganismo como es el infierno. Un científico moderno, de nuestra época, ya no cree en semejante cosa". Si lo último que afirma es cierto, ya no pertenezco a los científicos. Y sin ningún científico moderno cree ya en la existencia del infierno, ¿qué se prueba por esta circunstancia?

No altera en lo más mínimo la Palabra de Dios. Pero no es verdad que todos los científicos de nuestra época nieguen el hecho de la existencia del infierno y la fe en un juicio eterno. Aún hay miles de personas muy cultas en el mundo que no solamente creen esto sin que también testifican, con gozo, que fueron salvadas del temor y del juicio venidero por la fe en Jesucristo. La incredulidad no cambia nada en cuanto a la verdad. La palabra de Dios es verdad.
Creo que, en la época de Noé, ni siquiera uno de los sabios dio crédito a las palabras de Noé cuando éste predicaba acerca del diluvio inminente. Pero el diluvio vino. No sabemos esto solamente por la Biblia, sino también porque la geología puede probarlo científicamente. Igualmente probable es que no había ningún científico en la época de Lot que creyera en la inminencia de un juicio sobre Sodoma y Gomorra. Sin embargo, el juicio vino y los mató a todos. Y a los grandes y sabios hombres de la época en que nuestro Señor andaba en esta tierra, ¿no les predijo El la destrucción de Jerusalén y el juicio de Dios sobre la nación de Israel? ¡Y con qué precisión sucedió eso! Sí, aún sigue siendo así: "antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso" (Romanos 3:4).
Satanás completó una obra maestra al susurrar a los seres humanos que el infierno no es una realidad, que existe solamente en la imaginación y fantasía de los hombres. Por eso hay tan poca gente hoy en día que sigue creyendo en ese hecho bíblico que es el infierno.
Las personas que ahora hablan tan irresponsablemente sobre el infierno, temblarían y se desanimarían si tuvieran una idea de la realidad. A menudo uno escucha o lee en las revistas los muchos chistes que se hacen sobre este lugar terrible, y muchas veces los que dicen o escriben estos chistes sucios son aquellos sobre los cuales será pronunciado ese horrible juicio.
LA LLAVE HACIA LA SALVACIÓN
Si nuestro deseo es que venga un despertar y que muchas almas se salven, esto puede suceder solamente si predicamos, sin compromisos y sin disculpar la iniquidad y repugnancia del pecado sobre la santidad de Dios y sobre la existencia del infierno tal como la Biblia lo describe...
Al ocuparnos de la historia de los avivamientos de todas las épocas, nos damos cuenta de que no fueron solamente un fruto de la predicación del amor de Dios sino también de la ira de Dios que sobreviene a los seres humanos. Muy a menudo se habla de la "llave hacia un despertar", pero yo soy de la opinión de que la verdadera llave es volver a la buena predicación de la Santidad de Dios, de su odio contra el pecado y también del fuego del juicio eterno, tal como la practicaban los primeros metodistas, y que pasó de moda. Creo en la Biblia; para mí, cada palabra de ella es palabra de Dios.
Creo lo que la Biblia dice sobre el amor de Dios, sobre Su misericordia, Su gracia, Su paciencia y bondad. Creo también lo que la Biblia dice sobre el cielo. Pero, igualmente creo que tenemos que vernos con un Dios santo, perfecto, justo, que de ninguna manera pasa por alto la culpa y el pecado sino que insiste en que toda desobediencia y todas las transgresiones encuentren su justo castigo y su retribución. Justamente porque creo todo eso, yo sería un miserable hipócrita si no advirtiera a mis semejantes acerca de este peligro.

LA BIBLIA HABLA CLARAMENTE
Citaré algunas referencias de la palabra de Dios. Si crees en la Biblia, ella te convencerá. Pero si no crees en la palabra de Dios, entonces nos falta esa base común sobre la cual podemos edificar y ya no tiene sentido seguir hablando. Te pareces, pues, a un barco sin timón, a un velero que trata de cruzar el océano sin compás.
En la segunda epístola del apóstol Pablo a los Tesalonicenses, leemos lo que Pablo, bajo la dirección del Espíritu Santo, escribió sobre la venida del Señor: "...y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición; excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder" II Tesalonicenses 1:7-9.
Y el apóstol Juan escribe, en el Apocalipsis: "Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda" Apoc. 21:8
Escucha también lo que el Señor Jesús mismo dice al describir, en Mateo 25, el fin de los pecadores: "Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna" Mateo 25:41-46

Creo que no hace falta citar más referencias bíblicas para saber lo que la Biblia dice sobre el fin de los pecadores. Lejos esté de mí tratar de convencerte de la realidad del infierno. Quiero decirte solamente lo que la Biblia enseña y dice sobre este lugar. Si lo niegas, no rechazas mis palabras sino la palabra santa e infalible de Dios. Si tienes una opinión distinta que la mía, esto no es nada trágico, pues yo puedo equivocarme; pero si opinas distinto que la Biblia, lo haces a costo de tu alma inmortal. Si no crees, tienes que vértelas con El, el Escritor y Autor de la Biblia, y no conmigo. Todo lo que yo puedo y trato de hacer con toda seriedad es decirte lo que Dios dice. La decisión es tuya. O lo recibes o lo rechazas.

¿ES NECESARIO QUE EXISTA UN INFIERNO?
Antes que terminemos este capítulo quiero decir algunas palabras sobre la absoluta necesidad moral de retribución. Siempre estamos escuchando la misma objeción: "No puedo comprender que un Dios que es amor mande a Sus criaturas a un lugar de tortura. No puedo creer que un Dios que ama a todos los hombres pueda permitir que ellos tengan que padecer y sufrir en un lugar como el infierno". No se trata de esta cuestión; nuestros sentimientos y nuestras emociones no interesan. En el fondo, se trata aquí de lo que Dios mismo tiene que decir en cuanto a esta cuestión, y no de lo que tú y yo pensamos sobre ella. Recuerdo que el diablo le susurró el mismo argumento a Eva. Dios le había dicho: "No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis". Pero el diablo sembró una duda en el corazón de Eva, dicéndole: "No moriréis..."
Su opinión era contraria a la opinión de Dios. Lo repito otra vez: desearía no tener que creer en la realidad de una eterna condenación. Pero, ante la Palabra de Dios, que enseña este hecho tan inequívocamente, y frente a la santidad de Dios, mi propio raciocinio, mi propia razón me dice también que tiene que haber una retribución, un lugar de retribución. El hecho de la existencia del infierno se basa en los fundamentales principios morales de todos los conceptos de este mundo. Si cesaran de castigar a los criminales y transgresores, pronto sucedería que toda la moral y la dignidad caerían convertidas en escombros.

EL FUNDAMENTO DE UN GOBIERNO
La base de un buen gobierno es la justicia. Los transgresores de la ley tienen que ser castigados. Tenemos leyes según las cuales los ladrones, asesinos, mentirosos, engañadores y traidores son castigados; y ¡que nadie piense que es injusto hacerlo! Cada prisión y cada penitenciaría que hay en el mundo entero es un monumento de la necesidad de un gobierno moral y de la justicia, que exige que los transgresores reciban castigo.
¡Qué mundo sería aquel en que no hubiera leyes según las cuales se ejerce el gobierno sobre los seres humanos, y donde no hubiera retribución para criminales y transgresores! Hasta existe la pena de muerte para los que cometen delitos contra la vida humana. Y tampoco en cuanto a esto nadie piensa en cuestionar el derecho del gobierno a hacer tal cosa.
¿Por qué entonces quiere alguien poner en duda el derecho del Dios soberano y todo justo de castigar a los seres humanos, creados por El mismo, cuando éstos se rebelan contra El? ¿Quieres quitarle a Dios este derecho? Si es así, descubrirás pronto que también el edificio moral de la humanidad, sí, de todo el universo, cae en pedazos y se vuelve un caos.
El mundo está repleto de diferencias, y hay desproporciones tan grandes que exigen que venga un día de retribución. Si todo terminara con la muerte, ¿Cómo podríamos soportar la vida de los déspotas que llevan una vida de lujos, subyugando, maltratando, saqueando, asesinando y cometiendo cualquier cantidad de horrores? Mi fe en la dignidad moral de Dios tendría que caer hecha trizas. No, un Dios de amor que pasara por alto y no castigara el pecado no sería Dios.
Haría menos de lo que exige y demanda la justicia humana.
¿Cómo se explican todos los sufrimientos que traen consigo la muerte y lágrimas, corazones dolientes y preocupaciones, enfermedades, penas y separaciones? ¿Qué explicación tenemos para las guerras que destruyen a millones de humanos, para la enfermedades que diezman a innumerables seres humanos? Si Dios es un Dios de amor, por favor, ¡explícame por qué El permite todas esas cosas! Si Dios es sólo un Dios de amor que no quiere que sufra una criatura hecha por El, entonces dime por qué tenemos todas esas cosas en el mundo hoy en día, aunque simultáneamente existe un Dios omnipotente y amoroso que gobierna sobre todo.
Pero, no es necesario que perdamos el ánimo. Hay un camino de escape de todas estas tinieblas y de la tribulación. Gracias a Dios, hay una salvación. Es la salvación ofrecida en el Hijo de Dios; y en ella está nuestra esperanza. ¡Qué triste y sin esperanza sería la vida si Dios no hubiera abierto ningún camino para darnos la posibilidad de escapar de la miseria venidera! Esto sigue siendo verdad: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquél que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" Juan 3:16
Tu esperanza y la mía se basan en recibir la oferta divina de Su eterna salvación, y no en la rebelión contra Su justicia o en negarle Su derecho de Padre de castigar a los impíos. ¿No quieres arreglar ahora este asunto con Dios, recibiendo al Señor Jesucristo como tu Salvador y Señor? Entonces experimentarás tu también que "ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús" Romanos 8:1
¿Por qué no creer en la Palabra de Dios? Admite tu pecado, confiésalo, humíllate por él y recibe a Cristo como tu Salvador para este tiempo y por la eternidad. Entonces estarás libre de la acusación de tu culpa y tu pecado, y la venidera ira de Dios ya no te atemorizará

1 comentario:

Anónimo dijo...

UN DURO MENSAJERO. ES EL ANONIMO DE ESTE EXCELENTE ESCRITO SOBRE LA TERRIBLE VERDAD Y REALIDAD DE ESTE GLORIOSO MENSAJE DENOMINA: UN MENSAJE DURO. ES LO UNICO QUE HASTA EL MOMENTO HE LEIDO EN INTERNET QUE ESTA COMPLETAMENTE AJUSTADO A LA REVELACION DE DIOS EN LA BIBLIA. PERSONAS CON ERUDICCION SANA COMO ESTA SON LAS QUE DEBERIAN ESCRIBIR SOBRE LAS COSAS ESPIRITUALES TAN IMPORTANTES POR LO QUE ESTA EN JUEGO LA SALVACION DE LAS ALMAS. QUE DIOS TE SIGA AYUDANDO HERMANO ANONIMO.